El ambicioso plan de mover una ciudad entera

Para salvarse, la ciudad de Kiruna está implementando un plan de relocalización que pone a prueba los límites de la planificación urbana.

Mudarse es una actividad estresante. Pensar en las cajas, recoger los objetos personales y reubicarse a un lugar nuevo donde posiblemente tengas que empezar desde cero no es cosa fácil. Pues imaginen decirle a 6.000 personas que deben hacerlo antes de que su ciudad se hunda en la tierra. Esto fue lo que sucedió en Kiruna, Suecia, que en el 2004 se convirtió en el primer caso de relocalización de un área urbana a gran escala.

Kiruna fue fundada en el año 1900 en el círculo polar ártico debido a la intensa actividad minera del sector. En esta localidad, la compañía minera de propiedad estatal LKAB (Luossavaara‐Kiirunavaara Aktiebolag) que emplea a gran parte de los habitantes de la ciudad, extrae la mayor parte del hierro de Europa.

El problema de Kiruna radica en que el mineral se encuentra debajo de la ciudad y la intensa explotación del recurso ha debilitado el terreno. Se espera que en los próximos años el suelo no tenga la capacidad de sostener la infraestructura y actividad que sucede en la superficie, generando grietas que ponen en riesgo a los habitantes de la ciudad nórdica.

El plan de relocalización

Identificado el riesgo al que estaba expuesta la ciudad, las autoridades y la empresa minera LKAB pensaron en distintas opciones. Lo primero que evaluaron fue suspender las actividades mineras, sin embargo, la extracción de hierro es la razón por la cual existe Kiruna, además de ser una fuente de ingreso importante para el país. Incluso si la minería se detuviese, gran parte de los habitantes se quedarían sin trabajo en una región inhóspita del planeta.

Proyectándose a largo plazo, se ideó un Plan Maestro de relocalización de 100 años que busca mover la ciudad 3.2 kilómetros al este. Esto afectaría al menos 6.000 de los 18.000 habitantes en su primera fase desde 2014 hasta 2035 y los 12.000 restantes tendrían que mudarse progresivamente durante los próximos 80 años.

A pesar de que la ciudad no puede mantenerse sobre la mina, el espacio desocupado puede ser transformado en un parque natural o aprovechado por otro tipo de actividades de mucha menor intensidad. Los costos del proyecto de movilización, de aproximadamente $1.7 billones, serán cubiertos por la empresa LKAB, lo que representa el 60% de sus ventas anuales.

Animación de movilización de Kiruna

Fuente: elaborado a partir de Architect’s Journal y Google Earth.

Hogar, dulce hogar

Como el objetivo del plan es mover la misma ciudad y no expandirla o crear una nueva, el proyecto de relocalización gira alrededor de la reubicación de sus habitantes. La mudanza se ha llevado a cabo por sectores, dependiendo del plazo en el que cada sector de la ciudad entre en riesgo con la expansión de la mina. Los residentes saben en qué sección de la ciudad viven y tienen hasta un año antes de la fecha prevista de demolición para mudarse.

Para esto, la compañía minera ofrece a los propietarios de viviendas 125 por ciento del costo de mercado de sus inmuebles actuales (no negociable) para poder demolerla. Sin embargo, esto ha generado una grave preocupación en los afectados debido a que los precios en el nuevo centro de la ciudad, que es más moderno, serían significativamente mayores a donde viven ahora. Con la mudanza forzada, muchos de ellos pasarían de ser propietarios a arrendatarios.

No son sólo edificios, son personas e historias

Debido a que es un proceso lento que implica la mudanza progresiva de personas y edificaciones, una de las principales preocupaciones al inicio era la posible competencia de dos centros urbanos. La primera fase de mudanza a gran escala, que arrancó en el 2014, involucra la construcción de 3.000 nuevas unidades de vivienda y la movilización de casi 20 edificaciones actuales – ¡Sí, mover edificios tal y como son!

Partes de la ciudad, como la alcaldía y la plaza central, han sido construidas desde cero, lo que permitió cerrar sus versiones existentes en la “vieja Kiruna”. Por otra parte, algunos edificios patrimoniales, incluyendo la famosa iglesia de madera de Kiruna de estilo neogótico, han sido trasladados a sus nuevas localizaciones 3.2 kilómetros al este. A pesar de que mover estas estructuras puede ser mucho más caro que volverlas a construir, los ciudadanos y encargados del proyecto siempre fueron muy enfáticos en la importancia de mantener la historia y la identidad de la ciudad, aún en medio de un proceso tan dramático como este.

Edificio siendo movilizado hacia la nueva Kiruna

Foto: Mia Stalnacke, Shutterstock.

Sin embargo, la preocupación de los habitantes permanece. Durante el proceso de encuesta a los ciudadanos surgieron muchísimos detalles que pueden ser ignorados por los proyectistas en la concepción original del plan: las vistas, las redes sociales, la familiaridad con los espacios y los comercios locales que sirven como símbolos urbanos y guardianes de la identidad, todos detalles que influyen en la sensación de lugar y pertenencia.

Los encargados de la ejecución del plan han mantenido sus esfuerzos por escuchar atentamente a los ciudadanos para identificar todos los posibles detalles que permitan una movilización que vaya más allá de lo físico y que integre esos elementos que contribuyen a que la ciudad siga siendo la misma.

Parte de una larga lista de ciudades en riesgo

Kiruna no es la única ciudad que ha tenido que ser relocalizada. La construcción de represas, inundaciones y otros eventos naturales han forzado la movilización de áreas urbanas, pero ninguna a esta escala. Hoy, el cambio climático y el incremento del nivel del mar plantean un escenario donde la necesidad de relocalizar poblaciones enteras será más común.

En Estados Unidos, el mar ha ocupado el 98 por ciento de la isla de Jean Charles en el estado de Luisiana desde 1955. Sus 99 residentes restantes son considerados los primeros refugiados climáticos del país y, a pesar de que es un problema que es reconocido desde hace años, no se ha implementado un plan de relocalización. Así como Jean Charles, existen muchísimas otras ciudades con el mismo riesgo, entre ellas grandes metrópolis como Guangzhou en China, Nueva Orleans y Nueva York en Estados Unidos, Mumbai en India y Osaka en Japón.

El caso de Kiruna puede servir de ejemplo para ayudar a estas grandes áreas urbanas a pensar en futuras acciones masivas para evitar su total hundimiento, sin embargo, la ciudad sueca tiene la ventaja de que la razón de su movilización está directamente relacionada a la mayor actividad económica de la región, a diferencia del resto, donde la razón es el cambio climático que hace casi imposible definir con claridad qué fondos deben cubrir la implementación del plan.

Calle inundada en Jakarta

Foto: Dani Daniar, Shutterstock.

Otro factor que se ha visto a prueba durante la implementación del plan maestro de Kiruna es el límite del poder local en la planificación urbana ante sucesos de esta escala. Con actores tan grandes y poderosos como el gobierno nacional y la compañía minera LKAB involucrados de lleno, la ciudad tiene poca capacidad de maniobra y está considerablemente sujeta a las decisiones de estas figuras dominantes, lo que puede traer complicaciones a largo plazo para mantener la autonomía e identidad de la ciudad.

Una segunda oportunidad

Este ambicioso proyecto puede significar una especie de renacimiento para Kiruna, la oportunidad de empezar de nuevo y corregir todo lo que “el primer intento” hizo mal. La ciudad actual fue desarrollada alrededor de la actividad minera y el uso del vehículo particular, cuenta con pocos espacios de encuentro para los residentes y una limitada oferta de oportunidades laborales para mujeres, ya que fue pensada para los hombres que trabajaban directamente en la mina.

Es por esto que el nuevo diseño de la ciudad plantea una mejor distribución de los espacios para facilitar la recreación y la movilidad peatonal, haciendo la ciudad más sostenible. Además, viendo hacia el futuro, Kiruna busca reinventarse diversificando su base económica. La ciudad es un lugar famoso para ver las auroras boreales y los paisajes árticos, por lo cual el turismo será un gran foco en el desarrollo de la nueva ciudad.

A pesar de ser un escenario complejo, los suecos parecen tenerlo bastante resuelto. Como es de esperarse en el siglo XXI, las dificultades no son necesariamente técnicas. El reto es mantener la identidad y superar la incertidumbre que genera en los habitantes sobre su futuro. Este plan es un proceso que pondrá a prueba la confianza que ha construido el liderazgo político y económico de la ciudad, redefiniendo los alcances de la planificación urbana.


Foto de portada: Reijo Valta, Shutterstock.

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