Tres conceptos esenciales sobre ciudad que aprendemos jugando Monopoly

Entre ferrocarriles, casas, impuestos y cárcel, ¿qué nos enseña el juego de mesa más famoso del mundo sobre las ciudades?

La pandemia del COVID-19 ha ocasionado una recesión económica mundial impactando a miles de empresas, servicios y pequeños emprendimientos, pero uno de los rubros que se ha visto beneficiado con las medidas de cuarentena ha sido el de los juegos digitales. Las ventas de videojuegos han alcanzado un nivel récord en los últimos meses, experimentando un auge sin precedentes.

Aunque la era digital ha significado una supremacía de los videojuegos sobre los tradicionales juegos de mesa, hemos visto que las ventas de estos últimos también han aumentado. Rememorando los (no tan) antiguos tiempos en los que familiares y amigos se reunían alrededor de un juego para pasar el tiempo, muchos han desempolvado esas viejas cajas que guardaban en algún rincón de la casa o han optado por comprar las versiones más modernas de juegos clásicos.

¿Sabías que el juego de mesa con más ventas históricamente es Monopoly? Muchos lo jugamos en nuestra infancia sin ser totalmente conscientes de los conceptos económicos y urbanos que engloba. Con tanto alcance a nivel mundial, bien sea por su versión original o alguna de las últimas actualizaciones con temáticas distintas, ¿qué nos ha enseñado Monopoly sobre las ciudades?

Un mundo capitalista

Es posible que no haya otro juego que defina mejor al sistema capitalista. Como indica su nombre, el objetivo es crear un monopolio y hacer que los demás jugadores caigan en bancarrota. Es un juego basado en el intercambio y la compraventa de bienes raíces con el fin de obtener todas las propiedades que sea posible.

A medida que avanzas por el tablero puedes ejercer como un verdadero desarrollador inmobiliario comprando terrenos y construyendo casas y hoteles. También deberás pagar renta cuando caigas en la propiedad de otro jugador. Como en cualquier ciudad, además de las calles, existen sistemas de transporte (cuatro ferrocarriles) y servicios públicos (compañía de agua y electricidad). Sí, como buen sistema capitalista y monopolista, estos son de propiedad privada. Mientras más de estas propiedades tengas en tu posesión, mayores serán los alquileres que podrás cobrar a cada jugador que caiga en alguno de ellos. Hoteles y casas no pueden construirse sobre los servicios públicos o estaciones de ferrocarril.

Si te quedas sin dinero puedes hipotecar o vender tus propiedades para pagar tus deudas. Si no logras conseguir suficiente efectivo, no eres un empresario a la altura del capitalismo, por lo que deberás declararte en bancarrota y quedar fuera del juego.

Crítica al sistema: el verdadero origen de Monopoly

¿Sabías que fomentar el capitalismo no era el objetivo inicial del juego?

Elizabeth Magie, diseñadora de juegos y política estadounidense, inventó Monopoly en 1904. En aquel momento el juego se llamaba The Landlord’s Game (El juego del terrateniente) y su objetivo era resaltar los efectos peligrosos de los monopolios. ¿Irónico no? Defensora de un sistema de impuestos únicos, Magie ideó un juego que buscaba exponer los males de acumular grandes sumas de riquezas a expensas de otros; una suerte de protesta contra los monopolistas del ferrocarril, el petróleo y el acero de aquella época.

The Landlord’s Game se difundió libremente en versiones caseras. Esta transmisión del juego de manera informal hizo que el vendedor de calefactores domésticos Charles Darrow lo conociera en 1935. Después de algunos retoques personales diseñó su versión de Atlantic City y lo bautizó con el nombre que actualmente conocemos: Monopoly. Vendió el juego a Parker Brothers haciéndolo pasar por su propia creación. Este se convirtió en un éxito inmediato, pero perdió su conexión con Magie, así como con su crítica a la codicia estadounidense. El juego que llegó de forma masiva a casas en todo el mundo celebra la búsqueda de la acumulación de una enorme riqueza personal mediante la quiebra de otros jugadores. 

Landlord's Game

The Landlord’s Game. Juego original creado por Elizabeth Magie en 1904. Fuente: Landlord’s game.

Tres lecciones sobre la ciudad

Pese a que el juego fue creado en una época donde el sistema económico difiere al de la mayoría de los países actualmente, este aborda conceptos interesantes que permiten reflexionar sobre ciertas dinámicas en las ciudades:

Valor del suelo – Más desarrollo, más renta: la renta de una propiedad no es intrínseca, sino que esta se conforma por distintos factores como el nivel de desarrollo de un terreno (casas y hoteles), cantidad de servicios de transporte (ferrocarriles) y de servicios públicos (electricidad y agua).

Si al lanzar los dados caes en una propiedad que tiene dueño deberás pagarle una renta. Si es una calle sin edificaciones la renta será menor pero, mientras más casas y hoteles tenga la propiedad, más renta deberás pagar. Las centralidades más desarrolladas de las ciudades, con mayor cantidad de servicios, suelen ser más costosas. Si la propiedad es un ferrocarril o un servicio público la renta dependerá de cuántas propiedades iguales posea el dueño. Recuerda que el objetivo del juego es crear un monopolio, por lo que al tener más cantidad de ferrocarriles o de servicios públicos, la renta a recaudar será mayor.

La localización es importante: al igual que en las ciudades el precio de los terrenos varía dependiendo de su localización. Aquellos que se encuentran cerca de algunas actividades no tan deseables tienen un menor valor. En la mayoría de las versiones del Monopoly, las propiedades cercanas a la cárcel son de más bajo costo, mientras que aquellas mejor localizadas no sólo tienen un mayor valor de terreno, sino que construir en ellas es más costoso: las casas y hoteles valen más. Esto implica que, si la localización es buena el valor del terreno será más elevado, pero también la renta que cobrarás a los demás jugadores cuando caigan en tu propiedad. 

Comprar propiedades conlleva riesgos y responsabilidades: a corta edad parecía fascinante que con unos pocos billetes tenías la oportunidad de comprar calles, casas, hoteles y ferrocarriles, pero lo que posiblemente no comprendíamos en ese momento es que todo ello tiene un costo a largo plazo. El juego incorpora conceptos interesantes como los impuestos municipales, los costos de mantenimiento de los inmuebles, las tasas por reparaciones viales y, lo más importante, las hipotecas y sus consecuentes riesgos.

Cuando no tienes suficiente efectivo para costear tus deudas puedes hipotecar las propiedades, pero antes debes vender todos los desarrollos que hayas realizado en ellas (casas y hoteles) a la mitad de su precio original. Pagar una hipoteca significa que debes entregarle al banco el costo de esta más 10% de interés. Cuando la Gran Recesión golpeó fuertemente la economía estadounidense, los que no tenían efectivo se vieron perjudicados. Muchos hipotecaron sus casas, pero al no poder pagar la hipoteca debieron vender sus inmuebles por mucho menos de lo que pagaron inicialmente por ellos. Como en el juego Monopoly, en los casos extremos los prestamistas y bancos confiscaron las propiedades.

Fuente: Adonay Perrozzi.

El peligro de la concentración de monopolios por parte de unos pocos es que este sistema genera acumulación de riqueza en los propietarios y pobreza en los que pagan rentas. Cuando jugamos Monopoly entendemos cómo funciona ser un monopolista de cualquier tipo en cualquier ciudad, bien sea en el sector inmobiliario, del transporte, de los servicios urbanos, etc. Cada vez que perdemos el juego nos damos cuenta lo difícil que es convertirse en un jugador importante cuando solo tienes pocas propiedades en la ciudad y cuando la riqueza se concentra en unos pocos que imponen las reglas del juego.

Monopoly concibe la ciudad como un escenario de especulación inmobiliaria en el que el suelo urbano es el principal activo para generar plusvalías y riquezas. Una constante tanto en el juego como en nuestras ciudades es que el valor de las propiedades depende, en parte, de su localización y nivel de desarrollo (cantidad de equipamientos y servicios) y que la dependencia de los créditos hipotecarios conlleva altos riesgos. 

¿Qué otro juego popular conoces sobre ciudades?


Foto de portada: Adonay Perrozzi.

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