La Fórmula 1 ¿un motor para las ciudades?

Una vez al año Mónaco y Bakú convierten sus calles en una pista de carreras de alta velocidad. ¿Cómo lo hacen?

Entre 1998 – 2004 había una actividad establecida en casa: cada quince días nos reuníamos familiares y amigos para ver el Campeonato Mundial de Fórmula 1. Bien sea con un desayuno (para los circuitos de Europa) o con una cena tardía (para los circuitos de Asia y Oceanía), todos esperábamos el mismo resultado: que Schumacher, a bordo de un Ferrari, venciera a Mika Häkkinen, a Kimi Räikkönen y ganara el campeonato.

Como muchos fanáticos de la F1, mi circuito predilecto es el Gran Premio de Mónaco. ¿No es alucinante que por las calles de tu ciudad, donde obtienes una multa si sobrepasas los 60-80 km/h, vuele un monoplaza a 300 km/h?

Cada año se desarrollan alrededor de 20 carreras de Fórmula 1 en diferentes lugares del mundo. Mientras algunos circuitos se mantienen a lo largo de los años, van apareciendo nuevos destinos y desapareciendo otros que no son tan atractivos para el campeonato. Si bien la mayoría de las carreras se llevan a cabo en circuitos permanentes especialmente construidos para ello, algunas se desarrollan en circuitos urbanos, emplazados completamente en la vía pública, justo en el corazón de la ciudad.

Proyectando la ciudad en el escenario mundial

Los megaeventos como los Juegos Olímpicos, Mundiales de Fútbol o las exposiciones internacionales, han cobrado especial relevancia desde la segunda mitad del siglo XX ya que son estrategias que permiten mejorar la imagen de una ciudad o posicionar a un país en el escenario mundial. Si bien el Campeonato Mundial de la F1 congrega principalmente a una élite adinerada, se ha convertido en una parte importante de esta industria global que busca atraer los beneficios de albergar uno de los eventos deportivos más exclusivos.

A diferencia de las carreras que se desarrollan en circuitos alejados del centro de la ciudad, los circuitos urbanos amplifican el valor del paisaje. Se han vuelto atractivos por mostrar la vitalidad de la ciudad anfitriona mediante un deporte extremadamente mediatizado, explotado por los patrocinantes a través de medios publicitarios.

Hoy en día los circuitos de Mónaco, Singapur y Bakú se llevan a cabo en lugares céntricos de la ciudad. Más allá de aumentar el valor del paisaje urbano y de la posibilidad de ver correr un monoplaza por las calles que los residentes recorren diariamente, vale la pena detenerse a reflexionar sobre las implicaciones que tienen estos circuitos en la cotidianidad de los habitantes y sobre cómo las ciudades logran adaptarse a los cambios que requieren este tipo de eventos.

Transformar la ciudad en una pista de alta velocidad

Aunque las carreras de F1 son temporales y se desarrollan durante un fin de semana, los efectos urbanos son bastante evidentes. La diferencia de los circuitos que se emplazan en la vía pública de la ciudad es que la infraestructura de la carrera debe ser montada y desmantelada en un corto período de tiempo y esto conlleva importantes alteraciones en la vida pública de las zonas adyacentes.

El Gran Premio de Mónaco es el circuito urbano que se ha mantenido permanentemente en el campeonato desde 1955. Siendo un trazado estrecho con varios cambios de elevación, curvas cerradas y un túnel, Mónaco es una de las pistas más exigentes del campeonato. En sus inicios la carrera se desarrollaba en las calles de la ciudad sin ningún tipo de intervención o adaptación, ni tampoco contaba con barreras de seguridad. Si algún piloto cometía un error, podía terminar incrustado en una de las lujosas vitrinas comerciales o en el Mediterráneo, como le ocurrió a Alberto Ascari en 1955 y a Paul Hawkins diez años después.

La experiencia histórica ha determinado algunos cambios importantes para proveer de mayor seguridad el circuito y alterar lo menos posible la vida de los ciudadanos. A partir de 1969 se colocaron barreras de seguridad y se optimizó el montaje del circuito. Hoy en día, conlleva seis semanas armarlo y alrededor de tres para desmontarlo. El desafío principal para un estado tan pequeño como Mónaco es coordinar la cantidad de remolques (aprox. 500) que deben ingresar al puerto y el cierre temporal de la vialidad principal los días previos al evento.

Al igual que Mónaco, el Gran Premio de Azerbaiyán exige una importante adaptación de la ciudad de Bakú durante cinco o seis semanas al año. Debutando en el 2016, el circuito llamó la atención de los promotores del evento por desarrollarse en el casco antiguo de la ciudad, declarado Patrimonio de la Humanidad, el cual alberga calles estrechas con adoquines, casas antiguas con balcones de madera característicos y lugares de interés histórico. No obstante, la vialidad y parte del trazado tuvieron que adaptarse a los requerimientos establecidos para los circuitos, generando algunas externalidades que hasta hoy han sido motivo de controversias entre los residentes:

  • El pavimento fue reemplazado por varias capas nuevas, lo que conllevó cierres parciales por varias semanas.
  • Construcción de estructuras temporales como tribunas y barreras en calles, aceras y plazas que limitan el tránsito de la población.
  • Emplazamiento del Paddock Club (lugar privilegiado encima de los boxes de los equipos con vista directa a la pista) en una de las áreas más importantes de la ciudad, la Freedom Square, frente a la Casa de Gobierno, la cual estuvo privatizada durante meses para la élite del circuito.
  • Cierre importante de calles y espacios públicos que limitaron hasta un metro de ancho ciertas aceras de la ciudad.
  • Ampliación de calles en el centro histórico para proporcionar más espacio para los monoplazas, sacrificando zonas peatonales.

Más allá de los desafíos de adaptar la ciudad a los requerimientos de la F1 y los costos asociados a ello, el principal descontento de los residentes de Bakú es la priorización de un evento tan exclusivo destinado a una élite política y económica, por sobre las necesidades locales de la población

Efectos tangibles e intangibles

Además de los cambios físicos para adaptarse a los requerimientos que se estipulan para los circuitos, las ciudades enfrentan otro desafío que puede tensionar su dinámica cotidiana: albergar el triple o cuádruple de población. Aunque Mónaco tiene la menor capacidad de alojar espectadores oficiales (alrededor de 37.000 que adquieren boletos), la cifra de espectadores no oficiales puede llegar a los 200.000, casi seis veces la población de la ciudad-estado. Todas estas personas se concentran en una ciudad de 2 Km2, más pequeña que el Central Park de Nueva York (3.4 Km2).

Para asegurar el funcionamiento de la ciudad y la seguridad de todos, el Club de Automovilismo de Mónaco destina más de 3.000 personas para cubrir los servicios estatales: 600 comisarios, 500 personas asignadas a la seguridad, 400 trabajadores voluntarios, 40 médicos, además de los servicios de limpieza. Adicionalmente, unos 50 ingenieros se hacen cargo de convertir los 3.3 km de carreteras en un circuito de última generación.

La generación de empleo y los beneficios económicos son los principales factores que alegan los promotores de la F1 y los gobiernos locales para apoyar este evento tan exclusivo. Un estudio del Instituto Monegasco de Estadística y Estudios Económicos (IMSEE) reveló que el Gran Premio de Mónaco genera grandes beneficios económicos más allá de la venta de entradas ya que muchos proveedores intermediarios se ven favorecidos con el evento. Por ejemplo, las tasas de ocupación de los hoteles son cercanas al 100%, los residentes alquilan botes, terrazas y balcones para que los turistas puedan apreciar la carrera y los restaurantes se ven abarrotados de visitantes durante el fin de semana del premio. Sin embargo, la mayoría de los estudios omiten los impactos sociales o ambientales, magnificando los beneficios esperados y las externalidades positivas del evento.

Un estudio de 2012 sobre los impactos del Gran Premio de Europa revela algunos aspectos a considerar en la planificación de megaeventos como la F1. Esta carrera, desarrollada en la ciudad de Valencia, España, era uno de los circuitos urbanos del campeonato que funcionó desde el 2008-2012. A través de una encuesta para conocer la percepción de los residentes, se determinó que los beneficios más positivos del Gran Premio se referían al posicionamiento de la ciudad de Valencia en el mundo, al prestigio deportivo que brindaba, así como beneficios económicos. Sin embargo, los elementos peor evaluados referían a los problemas derivados del ruido y del tráfico, al mal funcionamiento del transporte público y al incremento de la inseguridad. Similares resultados se obtuvieron en un estudio realizado en 2012 para el circuito de Mónaco en donde la contaminación acústica y atmosférica, el incremento del crimen, la disrupción de la vida cotidiana de los residentes y el aumento de impuestos para pagar los costos asociados al evento fueron los elementos peor evaluados en relación al Gran Premio de F1.

Los espectadores no solo se congregan en los balcones de los hoteles y centros de entretenimiento sino que también alquilan los balcones de los residentes. Foto: McLaren.

En la actualidad, los beneficios sociales se están incorporando en la candidatura de los países o ciudades para la mayoría de los megaeventos. Algunos autores mencionan que el apoyo de la ciudadanía es fundamental porque no sólo permitirá prolongar los impactos positivos en la comunidad o generar buena predisposición ante actividades de esta índole, sino porque, por lo general, son los residentes los que deben enfrentarse al incremento de impuestos o a la reducción del presupuesto público para pagar los costos de dichos eventos.

Más allá de los beneficios tangibles e intangibles o de las disconformidades que puede generar el montaje de este tipo de eventos, estas prácticas se han vuelto cada vez más relevantes porque brindan una experiencia visual, gastronómica y cultural interesante no solo para los turistas, sino que permite a los ciudadanos también convertirse en turistas en casa, creando una cierta atmósfera festiva que celebra a la ciudad.


Foto de portada: Senate Grand Prix.

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