¡Bajemos el volumen de las ciudades!

El ruido constante al que estamos expuestos tiene impactos reales en la salud, necesitamos ciudades con menos decibeles.

Vivir en la ciudad es sinónimo de ajetreo, constantemente bombardeados de sonido que viene de todos lados: del tráfico, en los centros comerciales, dentro de las discotecas, etc. Pareciera que el ruido es algo a lo que tenemos que acostumbrarnos si queremos vivir en la ciudad. Sin embargo, la constante exposición a la que estamos familiarizados tiene efectos perjudiciales en nuestra salud y esto es un problema cada vez mayor al que tenemos que dar respuesta tarde o temprano.

De acuerdo con la Organización Mundial para la Salud se recomiendan distintos niveles de ruido dependiendo de la fuente. No obstante, los niveles de ruido no deberían exceder los 55 decibeles (dB) durante 24 horas, ni 40 dB durante la noche. Si bien estas recomendaciones están hechas a partir de la experiencia europea, son un buen indicador para el resto del mundo.

La regulación del ruido en Latinoamérica

En Latinoamérica también existen diversas normativas de ruido. En Chile, por ejemplo, existe la Ley sobre ruidos molestos que establece límites para fuentes fijas de 55 dB en el día (7:00 a 21:00) y 45 dB para la noche (21:00 a 7:00). No obstante, están exentas fuentes móviles como el tránsito vehicular, el uso del espacio público, los sistemas de alarma y de emergencia, entre otros. Actualmente se está trabajando en el desarrollo de una Norma de Calidad Ambiental para Ruido que busca “establecer estándares máximos globales de niveles de ruido ambiental”. Apenas en el año 2018 se emitió una Norma de Emisión de Ruido para Vehículos y Motocicletas, los cuales establecen límites entre 74 a 80 dB.

Perú, al igual que Chile, cuenta con un reglamento de estándares nacionales de ruido los cuales están definidos a partir de “zonas”. La zona de protección especial, con el estándar más exigente, establece límites hasta los 50 dB durante el día y 40 dB en la noche; para las zonas industriales, en cambio, los límites son de 80 dB y 70 dB respectivamente.

En otras partes de la región, como en la Ciudad Autónoma de Buenos Aires, se establecen “áreas de sensibilidad acústica” que van desde los 60 hasta los 80 dB para el día y entre 50 a 75 dB para la noche. En el caso de fuentes móviles, los límites varían entre 77 a 86 dB.

Como se puede ver, a diferencia de Europa, en Latinoamérica parece que no existen estándares definidos a nivel regional si bien los límites utilizados son parecidos entre sí. En cualquier caso, aún respetando los límites establecidos, siguen estando muy por encima de nuestros pares europeos.

El tráfico vehicular es una de las principales fuentes de ruido en las ciudades. Foto: El Universo.

¿De dónde viene tanto ruido?

Tal y como se observa en las distintas normas y reglamentos anteriores, existen dos tipos de fuentes de ruido en la ciudad: las fijas y las móviles. Como fuentes fijas puede considerarse el sonido que emite una industria o la construcción de un edificio. Las fuentes móviles son más fáciles de identificar, siendo el tráfico vehicular el más común.

Uno de los más recientes análisis europeos respecto al tema del ruido urbano, muestra que la principal fuente de ruido en las ciudades es el tráfico motorizado, seguido por el tráfico ferroviario, aéreo y la industria. Sólo considerando el ruido del tráfico motorizado, al menos 20% de la población de Europa está expuesta a niveles inseguros. A pesar de no contar con datos de igual magnitud en Latinoamérica, la realidad puede no ser muy distinta e incluso peor.

Otro factor importante es el nivel de exposición que tenemos al ruido, más que el ruido en sí mismo. En Santiago de Chile, se estima que 19% de la población (1,45 millones) y 71% de los establecimientos educacionales están potencialmente expuestos a ruido inaceptable durante el día (65 dB) y 29% de la población (1,88 millones) durante la noche (55 dB). En Lima, un estudio de ruido, realizado por el Organismo de Evaluación y Fiscalización Ambiental de Perú en el 2015, encontró que en zonas comerciales, residenciales y de protección especial, al menos el 90% de los puntos de medición excedían los estándares de ruido.

El aeropuerto de Ciudad de México es una de las principales fuentes de ruido urbano. Foto: Lucy Nieto. Flickr.

Los problemas de la exposición al ruido

El constante bombardeo de ruido al que estamos expuestos en la ciudad tiene consecuencias graves que no percibimos. Estamos tan acostumbrados al alto volumen de las calles que difícilmente podemos asociar problemas de salud a este fenómeno. Eulalia Peris, experta en ruido de la Agencia Ambiental Europea, comenta que el ruido tiene incluso mayor impacto en la salud mental y calidad de vida que la contaminación del aire; siendo la segunda causa ambiental de problemas de la salud.

Para el 2050, se estima que al menos 1 de cada 4 personas en el mundo sufrirá de pérdida de la audición. Actualmente, en ciudades como Delhi en India, la edad auditiva puede ser de hasta 20 años más; es decir, que una persona de 40 años puede oír como una de 60.

Cada vez más estudios refuerzan el vínculo negativo entre mayor exposición al ruido y perjuicios a la salud pública. En un reciente estudio publicado en el British Journal of Medicine, que siguió por 13 años a más de 2 millones de daneses mayores de 60 años, encontró que al menos 14% de los casos de demencia son producto de la contaminación acústica producida por el transporte urbano. Asimismo, un meta-análisis de 35 estudios publicados desde el 2001, realizado por la Universidad de Texas, encontró que la exposición al ruido aumenta el riesgo de sufrir efectos cardiovasculares como hipertensión, infartos y problemas de salud mental como la ansiedad, y otros problemas como estrés y pérdida de sueño.

Buenos Aires es una de las ciudades con peor ruido urbano de Latinoamérica. Fuente: Gobierno de la Ciudad Autónoma de Buenos Aires.

¿Cómo reducimos el ruido en la ciudad?

Para mejorar el paisaje sonoro de nuestras urbes es fundamental comenzar por desarrollar mapas de ruido de cada ciudad y determinar las fuentes y los factores que contribuyen a su generación. Un buen punto de partida son las zonas que pudieran considerarse más importantes como entornos hospitalarios, instituciones educativas y zonas residenciales de la ciudad. A partir de allí, y dependiendo de la fuente, es posible trabajar en medidas de mitigación (que reduzcan el ruido) o de prevención (eliminar la fuente del ruido).

Algunas de las medidas que se pueden tomar para mitigar el ruido son las siguientes:

Otras medidas para eliminar el ruido de tráfico son:

  • Usar vehículos eléctricos: a diferencia de los vehículos de combustión interna, los autos eléctricos no emiten ruido (con excepción del ruido de los neumáticos). El progresivo avance hacia vehículos eléctricos será positivo. No obstante, varios países han legislado la necesidad del sonido para evitar siniestros viales. El sonido de los vehículos eléctricos, en cualquier caso, estarán asociados a los límites recomendados por la OMS.
  • Reemplazar viajes en auto por caminar o ir en bicicleta: mientras esperamos a los vehículos eléctricos, otra manera de eliminar la contaminación acústica es viajando en modos más silenciosos como la caminata y la bicicleta.

Mitigación de ruido con barreras acústicas. @jeffnovich. Twitter.

Hacia ciudades con menos decibeles

Durante las próximas décadas cada vez más y más personas vivirán en entornos urbanos de alto volumen. La necesidad por regular y reducir los efectos más nocivos del ruido urbano serán cada vez más urgentes. Sumado a esto, a medida que aumenta la motorización, sobre todo en ciudades en países en desarrollo, los problemas de contaminación acústica seguirán acrecentándose.

Una ciudad con menos ruido es una ciudad más humana: donde podemos conversar en la calle, se puede dormir mejor, con un transporte más sostenible y con menos enfermedades. Trabajar para ello requerirá repensar cómo diseñamos nuestras ciudades y en especial la forma en cómo nos movemos.

Si queremos ciudades más silenciosas tocará hacer mucho ruido, y rápido.


Foto de portada: Chris (a.k.a. MoiVous). Flickr.

1 comentario

Darío Peñaloza 16 octubre 2021

Excelente articulo.
Como referencia quisiera indicar que el silencio absoluto es difícil de conseguir, solo en salas anecoicas, especialmente aisladas acústicamente y con tratamiento sin reflexiones internas. Como ejemplo les cuento que cuando los apagone eléctricos en Venezuela en 2019, donde hubo unos silencios horriblemente largos, llegué a medir una noche dentro de mi estudio de mezcla, 28 db.

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