Vivienda Primero: el techo como plataforma para el desarrollo personal

Un modelo que cambia el enfoque en el que se plantean las soluciones para las personas en situación de calle.

Solo en Estados Unidos, más de 500 mil personas viven en situación de calle, y la gran mayoría de ellas se encuentran en ciudades. A pesar de que en los últimos años el país ha logrado reducir la cantidad de jóvenes y niños viviendo en estas condiciones, ha aumentado la cantidad de casos crónicos – es decir, aquellos que no tienen hogar o refugio fijo por más de un año. Lo cierto es que este tema es bastante complejo porque las condiciones en las que estas personas viven, así como las razones por las cuales se encuentran en esa situación, varían demasiado.

En todo el mundo, el modelo tradicional de atención a personas en situación de calle requiere que estas sigan un proceso escalonado que busca solucionar otros problemas primero, como el alcoholismo o dependencia a algún tipo de drogas. Una vez que la persona se encuentre «sobria», se le permite ingresar a un refugio temporal donde se le hace seguimiento para asegurarse que se mantenga «estable» antes de ofrecerle un refugio permanente: su vivienda.

Sin embargo, otro enfoque plantea ver el ciclo al revés: en vez de ofrecer la vivienda como un premio ante la sobriedad o superación de otros problemas, esta se piensa como una plataforma capaz de ayudar al individuo a manejar su situación, brindándole estabilidad y capacidad a los oficiales de trabajo social de hacer un mejor seguimiento a su caso. Este modelo toma el nombre de «Housing First Approach», o estrategia de «Vivienda Primero».

¿Qué es una estrategia de Vivienda Primero?

El concepto es muy sencillo: asegurar la vivienda a toda costa y como primer paso, independientemente de la condición específica del caso. Si la persona sigue bajo la influencia de alguna sustancia o no tiene trabajo, la vivienda le permitirá, a través de la estabilidad que da un hogar junto al apoyo de los trabajadores sociales, superar su situación. Hasta la fecha, la aplicación de programas de Vivienda Primero ha tenido muy buenos resultados para reducir la cantidad de personas que habitan en las calles.

Modelo de Vivienda Primero comparado con el modelo tradicional

Fuente: Elaborado en base a Homelessness in Marin.

Enfocando los esfuerzos en un objetivo claro

Que a una persona se le otorgue una vivienda no quiere decir que pueda pagarla o que vaya a mantenerse ahí de forma permanente o estable. Una estrategia de Vivienda Primero debe venir acompañada de una serie de programas sociales y otras condiciones para lograr su objetivo definitivo.

Como bien lo establece su definición, la vivienda sirve como una plataforma, un espacio físico que le otorga al beneficiario la oportunidad de recibir apoyo por parte de autoridades y una atención directa de los trabajadores sociales que manejan su caso, y ahí está su fuerte.

A pesar de que ciudades en todo el mundo han diseñado un sinfín de programas para atender a estas poblaciones, el seguimiento de casos y su permanencia en los programas, que en teoría aseguran el éxito, se hace bastante difícil si las personas no tienen una dirección física fija. Habiendo solucionado esta primera barrera, los procesos de reintegración a la sociedad, búsqueda de empleo, tratamientos médicos y recuperación de adicción a sustancias se hacen más sencillos y, por ende, económicos.

En Finlandia, 4 de cada 5 personas que son atendidas a través de un programa de Vivienda Primero se recuperan de su situación de calle de forma permanente. En el 2008, el país nórdico implementó una política nacional de Vivienda Primero apoyando a organizaciones no gubernamentales que trabajan atendiendo a personas en situación de calle. El modelo es mixto y apoya en la adquisición de viviendas y el desarrollo de programas de acompañamiento a los beneficiados.

Un estudio realizado por la National Alliance to End Homelessness de Estados Unidos en el 2017 reveló que individuos en situación crónica de calle pueden costar hasta $35.578 en impuestos por servicios sociales a cada contribuyente. El mismo estudio reveló que estos costos pueden reducirse en un 49,5 por ciento si estas personas son ubicadas en viviendas permanentes con atención especializada, que tienen un costo aproximado de $12.800 al año, generando ahorros estimados de $4.800 por persona cada año.

Un modelo con resultados

Built for Zero es una organización en Estados Unidos que se ha especializado en la implementación de estrategias de Vivienda Primero ofreciendo servicios de asesoría y apoyo a ciudades en todo el país. Hasta el momento han logrado reducir a cero el número de veteranos en situación de calle en 11 ciudades diferentes, desde Rockford, Illinois, hasta Arlington en Virginia, y el Condado de Bergen en Nueva Jersey.

La motivación detrás de la iniciativa surgió del interés de los fundadores en solucionar el problema de forma diferente. Creían que los indicadores bajo los cuales se medía el progreso de las organizaciones dedicadas a este tema no estaban basados en resultados con respecto a la solución del problema, sino al tratamiento de síntomas, por ejemplo, la cantidad de personas en refugios temporales, en vez de la cantidad de personas que salían de esta situación de forma permanente.

Repensando la estrategia

Parte importante del trabajo de Built for Zero fue el diseño de un nuevo indicador de éxito, el “cero funcional”. Así, la organización estableció tres grandes categorías:

  • Personas de entrada: la cantidad de personas que se suman a la población en situación de calle mensualmente (o en otro lapso de tiempo determinado). Básicamente, la velocidad de crecimiento de la población en situación de calle.
  • Personas activas: la cantidad exacta de personas que conforman esta población de forma activa.
  • Personas de salida: la cantidad de personas que abandonan este estado y consiguen vivienda permanente, o sea, la velocidad con la que las personas se recuperan.

Una ciudad logra el “cero funcional” cuando el número de personas de entrada es menor al número de personas de salida de manera sostenida por un plazo de tiempo determinado. En este sentido, las ciudades deben establecer cuáles son las poblaciones específicas de prioridad, un horizonte temporal claro, y una cantidad de semanas o meses continuos que usarán como plazo para determinar si cumplieron con los objetivos. Solo a partir de ahí se pueden empezar a coordinar los esfuerzos de las organizaciones que atienden a estas personas con los planes de desarrollo de viviendas a precio asequible. 

Estos requisitos plantean un nuevo problema: ¿cómo pueden los gobiernos locales, proveedores de servicios y organizaciones no gubernamentales saber el número de personas en situación de calle dentro de una jurisdicción?

Datos, datos, datos

El Departamento de Vivienda y Desarrollo Urbano de los Estados Unidos (HUD) realiza la Encuesta de Punto en el Tiempo (Point in Time Count Survey, PIT), un censo que se lleva a cabo todos los años durante una noche a finales de enero para contar toda la población en situación de calle del país. Durante esa noche, equipos de voluntarios, trabajadores sociales, y personal de refugios realizan una encuesta que determina la cantidad de personas afectadas por esta situación y sus características principales.

Sin embargo, un conteo que sucede una vez al año no tiene mucha utilidad cuando se habla de un problema que cambia en cuestión de horas, además de tratarse de una población que migra constantemente entre ciudades con el paso de las estaciones, en busca de ayuda de familiares y amigos, e incluso de servicios en otros lugares que consideran menos hostiles.

Campamentos de personas en situacion de calle

Foto: Jim Lambert, Shutterstock.

Es por esto que una política de Vivienda Primero gira sobre dos ejes fundamentales:

  1. Una estrategia clara de levantamiento de datos.
  2. Coordinación eficiente entre actores relacionados con el tema.

La primera condición que establece Built for Zero es la implementación de un sistema de recolección de datos de esta población en tiempo real a través de una lista por nombres. Lo ideal es que todas las organizaciones de una ciudad desarrollen la capacidad de registrar los nombres de las personas que utilizan sus servicios en un sistema compartido, de modo que todas las agencias puedan ver cuáles son las necesidades y el estatus de los beneficiarios de forma actualizada.

Un usuario nuevo en el sistema forma parte de la población de entrada, mientras que los usuarios que hayan sido asignados a vivienda permanente formarían parte de la población de salida, ayudando a medir el progreso de la ciudad con respecto a su meta de cero funcional.

Para que esta lista funcione es vital que todas las organizaciones y agencias estén coordinadas y entrenadas para la recolección de datos y el manejo del sistema, que además ayuda a implementar las acciones de atención de forma estratégica, redirigiendo a las personas a los servicios adecuados y reduciendo así la cantidad de recursos y tiempo necesario para conseguir soluciones a problemas específicos.

En otras palabras, si los problemas a los que nos enfrentamos son de carácter comunitario o metropolitano, muy probablemente las soluciones también deban ser a esas escalas, lo que requiere de un plan de acción compartido entre gobiernos, agencias proveedoras de servicios y la sociedad civil.

Parte de un problema muy complejo

A pesar de que la implementación de políticas de Vivienda Primero ha resultado exitosa como estrategia para reducir la cantidad de personas en situación de calle, esta no puede ser considerada como una solución absoluta al problema. Como bien lo plantea su definición, es un modelo dirigido a incrementar la cantidad de personas que se recuperan, más no a prevenir que otras se sumen a esta población.

En este sentido, es importante considerar Vivienda Primero como un elemento más dentro de un complejo sistema de políticas que, de forma coordinada, atajen el problema en todas sus etapas, especialmente en la prevención, donde es importante identificar las razones que están llevando a las personas a perder sus hogares en primer lugar.

Por ejemplo, entre 2005 y 2008 en Nueva York se utilizó un programa de asistencia legal gratuita a familias de bajos recursos en cortes de desalojo del sur del Bronx que ayudó a 1.300 familias a permanecer en sus viviendas. La atención de cada caso tenía un costo total aproximado de $500, pero generaba $700 en ahorros en servicios de refugio y asistencia social para cada familia que no entraba en situación de calle.

Algo que queda claro es que no existe una solución única para el problema de las personas en situación de calle. Programas como el de asistencia a familias y Vivienda Primero demuestran dos cosas: primero, hay problemas que son atendidos pero que no están siendo necesariamente solucionados, y la mayoría de las veces hace falta una perspectiva diferente de la situación para poder identificar soluciones adecuadas y económicas; y segundo, que la tecnología y la coordinación entre actores bajo una estrategia compartida son las primeras necesidades para enfrentar los retos tan complejos que se presentan en las ciudades hoy en día.


Foto de portada: Pan_Da, Shutterstock.

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