Olas de calor mortales

Una ola de calor histórica en el noroeste Norteamericano deja cientos de fallecidos y enciende las alarmas del cambio climático.

El panorama de noticias en Canadá en las últimas semanas había estado marcado por el optimismo por la esperada liberación de numerosas restricciones relacionadas a la pandemia. Pero no por mucho tiempo más. En los últimos días, la costa noroeste de Norteamérica ha vivido una de las olas de calor más intensas jamás registradas, con temperaturas récord que han tomado la vida de cientos de personas en menos de una semana solamente en la región metropolitana de Vancouver.

En Latinoamérica tenemos la tendencia de asociar a Canadá con bajas temperaturas ya que, por muy buena parte del año, en sus ciudades más pobladas (ubicadas casi todas al sur) la nieve forma parte de la vida diaria. De lo que se habla poco es que, por algunas semanas al año, ciudades como Toronto y Montreal viven veranos muy intensos con temperaturas por encima de 35°C. En los últimos años, la región metropolitana de Vancouver (famosa por ser la ciudad más templada del país) ha empezado a sufrir temperaturas de igual intensidad, con olas de calor cada vez más frecuentes.

Foto: B.C. Wildfire Service via Vancouver Sun.

¿Qué son olas de calor?

Las olas de calor suceden cuando una masa de aire caliente proveniente de otro continente genera que la Tropósfera (capa de la atmósfera terrestre que está en contacto con la superficie de la Tierra) registre una alta presión. Este fenómeno climático no se puede predecir a largo plazo y, aunque no existe una definición universal, se entiende que consisten en períodos de varios días con temperaturas extraordinariamente altas para la temporada en la que ocurren.

La Agencia Estatal de Meteorología de España define las olas de calor como: un episodio de al menos tres días consecutivos, en que las temperaturas máximas se ubican en el 5% más alto (por encima del percentil 95) de las temperaturas máximas diarias registradas históricamente para los meses de verano.

Un evento histórico…

Desde el viernes 25 de junio, la región metropolitana de Vancouver está viviendo la peor ola de calor en su historia contemporánea con temperaturas promedio por encima de los 36°C y con sensación térmica de más de 40°C. Debido a esto, los gobiernos locales activaron centros de refrescamiento donde brindaban hidratación e incluso rociaban agua a sus alrededores para aplacar el calor. Las autoridades también invitaron a los más afectados a desplazarse hacia bibliotecas y centros comunitarios, los cuales son de las pocas instalaciones públicas que cuentan con aire acondicionado ya que gran parte de las viviendas de la región no cuentan con esta comodidad.

La ola de calor ha sido directamente responsable del fallecimiento de casi 500 personas en la provincia de Columbia Británica en tan solo cinco días. Aproximadamente, 200 de esas fatalidades se encuentran en los tres municipios más urbanizados de la región metropolitana de Vancouver (Burnaby, Surrey y Vancouver). Según el departamento de policías, 53 de los casos fueron reportados únicamente el martes en el municipio de Vancouver y la proporción de víctimas mayores de 70 años fue de dos tercios.

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El domingo 27 de junio, la comunidad de Lytton, Columbia Británica (a unas tres horas de Vancouver) superó el récord de la temperatura más alta registrada en Canadá de 45°C, que databa de julio de 1937, llegando a 46,5°C. En las 48 horas posteriores, Lytton rompió este nuevo récord dos veces más, registrando 47,9°C y 49,6°C el lunes 28 y el martes 29, respectivamente. Temperaturas dignas del Sahara.

Lamentablemente, estas condiciones fueron la receta perfecta para que el mismo miércoles 30 un incendio azotara la comunidad, arrasando con todo el pueblo de unos 1.000 habitantes. Por suerte, las autoridades reaccionaron con rapidez y lograron evacuar a casi todas las personas, y aunque el número de fallecidos aún no es definitivo, las imágenes son devastadoras.

… Pero no aislado

Quizás, lo más desalentador de esta noticia no sea el impacto de esta ola de calor sino la asimilación de que no se trata de un evento aislado. Por el contrario, numerosos estudios científicos concuerdan que a causa del cambio climático las olas de calor serán cada vez más frecuentes e intensas

A pesar de no tener un impacto tan visual como otros eventos naturales como huracanes o tsunamis, las olas de calor tienden a tener una tasa de fatalidades muy alta. Por ejemplo, se estima que la ola de calor que azotó Europa en 2013 fue responsable del fallecimiento de hasta 70,000 personas. Además, de acuerdo al Servicio Nacional del Clima de los Estados Unidos, las olas de calor promedian 124 fatalidades en un año típico en dicho país.

Aunque para muchos no sea muy evidente lo que un aumento de 1-2°C en la temperatura global puede causar, las olas de calor nos permiten ganar perspectiva sobre el nivel de crisis que representa el cambio climático para la sociedad. Entender su impacto en términos de posibles fatalidades nos ilustra la dimensión del problema y su urgencia. 

Foto: Kathryn Elsesser.

Luego de más de un año lidiando con una pandemia mundial que tomó miles de vidas en todos los países a una velocidad sin precedentes en la historia moderna, ver cómo una ola de calor es capaz de causar 500 muertes en cinco días en una región desarrollada solo permite pintar una imagen muy gris de las numerosas pérdidas que vamos a sufrir en los próximos años.

El papel de las ciudades

Los centros urbanos y los estilos de vida que han promovido son unos de los principales contribuyentes al cambio climático. Por suerte, también son una de las áreas con mayor potencial de cambio. Los gobiernos locales -en conjunto con autoridades regionales y nacionales- juegan entonces un rol sumamente importante en atender el impacto de calentamiento global:

  1. Mitigar el impacto actual: en vista del potencial devastador que tienen y tendrán las olas de calor, las autoridades tienen la responsabilidad de acondicionar las ciudades y establecer estrategias de servicios que garanticen el bienestar de la población durante estos fenómenos y así limitar las pérdidas humanas y materiales.
  2. Prevenir el empeoramiento: a pesar de que muchas grandes ciudades se han planteado el reto de reducir sus emisiones de carbono en los próximos años como París con su ciudad de 15 minutos, la gran mayoría sigue teniendo modelos de desarrollo expansivos y carro-céntricos que consolidan su relación de dependencia con los combustibles fósiles.

Los efectos del cambio climático ya están sobre nosotros. En todos los países del mundo se están registrando temperaturas récord y las olas de calor, como la vista en el noroeste norteamericano, son una demostración de la peor cara de las pérdidas humanas y materiales asociadas a la crisis climática. Es momento de entender que el estilo de vida que hemos desarrollado no es sostenible y demandar por medio de nuestras decisiones individuales que las grandes compañías y nuestros gobiernos deben adaptarse al reto que tenemos por delante.


Foto de portada: Jennifer Gauthier vía Reuters.

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