Ciudades fantasmas: desafío de la nueva era urbana

La excesiva inversión en infraestructura urbana como estrategia económica de crecimiento ha derivado en altas tasas de desocupación habitacional.

Mientras 883 millones de personas viven en asentamientos informales que carecen de electricidad, agua y/o saneamiento básico, en China existen decenas de ciudades que poseen todos los ingredientes para una vida urbana moderna: apartamentos en altura, rascacielos para oficinas, hoteles de lujo, complejos deportivos, parques públicos. Todos, excepto por el elemento más importante de una ciudad: las personas. Como un escenario postmoderno de una serie de televisión (Ej: The Walking Dead), en China las ciudades nominadas “fantasmas” dan cuenta del resultado de la política que pretende trasladar hasta 300 millones de ciudadanos de las áreas rurales a emplazamientos urbanos.

Si bien no ha habido una clara definición sobre las ciudades fantasmas, el término «estado fantasma» se propuso por primera vez para describir desarrollos de vivienda vacíos o no terminados en Irlanda por el economista David McWilliams en 2006. Según la definición tradicional, una ciudad fantasma es un pueblo o ciudad que ha sido abandonada, ya sea debido a desastres provocados por la naturaleza o por el hombre.

A diferencia de las ciudades fantasmas occidentales, que generalmente son el resultado de dificultades económicas, naturales o sociales, las ciudades fantasmas chinas reflejan nuevos proyectos de desarrollo urbano que no han llegado a ser habitados. Jingjin, ciudad pensada para convertirse en el hogar de más de medio millón de personas, tiene actualmente el 9% de ocupación. Ordos, fundada en 2001, fue construida para más de un millón de personas y solo el 2% de sus viviendas están habitadas. Según un estudio del profesor Gan Li de la Universidad de Texas A&M (2018), más del 20% del parque inmobiliario de China está actualmente sin ocupar. Y no se espera que muchas de estas nuevas ciudades sean urbes vibrantes hasta después de 15 a 25 años de su construcción.

¿Por qué China es cada vez más urbana?

La rápida urbanización asiática comenzó hace varios años. Si en 1990 la población urbana china era de un 26%, se espera que en el 2025 supere el 50%. La estrategia de la China reformista enfocada en la acumulación, se basa hoy día en la transferencia de enormes cantidades de capital a entornos edificados. La construcción urbana ha sido el medio ejemplificador de la modernización económica en un país que transitó de la producción agrícola, durante miles de años, a un modelo predominantemente urbano.

El Plan de Urbanización Nacional 2014-2020 anunciado en marzo de 2014, daba cuenta de la gran inversión que se proponía el gigante asiático para expandir su crecimiento urbano, con un capital inicial de US$ 7 billones (alrededor de la mitad del PIB de Estados Unidos). Esta estrategia se plantea como medida para mitigar los impactos de la disminución de la demanda por productos manufacturados. Potenciar la industrialización y el crecimiento económico requiere hoy día apostar por la urbanización.

¿Algunas razones? Las megaciudades (ciudades con más de 10 millones de habitantes) son las principales fuentes de riqueza económica porque se calcula que al 2030 serán responsables de más del 60% del Producto Interno Bruto del mundo, a pesar de que solo cubren del 2 al 3% de la superficie de la tierra. Existe una reciprocidad evidente entre urbanización y crecimiento económico. En casi todas las ciudades, la contribución de las áreas urbanas al PIB es mayor que su parte de la población nacional. Es por ello que los países en vías de desarrollo han apostado por la inversión de capitales en entornos edificados e infraestructura urbana como estrategias para aumentar su productividad económica. 

Pero, ¿hay cabida para tanta urbanización?

En el marco de una conferencia dictada en la Universidad Nacional Autónoma de México en noviembre de 2018, David Harvey (geógrafo y teórico social marxista británico) indicó que, en dos años, China consumió 45% más cemento que los Estados Unidos en todo el siglo pasado. No obstante, diferentes investigadores han calculado que actualmente en China existen 65 millones de viviendas vacías, equivalente a una capacidad de alrededor de 200 millones de personas.

Como una de las principales potencias económicas del mundo, el fenómeno de la vacancia en las principales ciudades chinas ha atraído la atención de la comunidad académica internacional y de curiosos fotógrafos interesados en retratar las catalogadas “ciudades fantasmas”.

 

Tianducheng - Provincia Zhejiang
Ordos - Mongolia Interior
Chenggong - Provincia Yunnan
Caofeidian - Providencia de Hebei
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La carencia de datos y la escasa claridad sobre cómo el crecimiento, la escala y la intensidad de las ciudades fantasmas cambian o evolucionan con el tiempo, obstaculizan los estudios sobre el tema. Varias investigaciones han realizado esfuerzos para calcular las tasas de vacancia en las ciudades chinas a través de diferentes medios (datos estadísticos, encuestas, teledetección a través de trayectorias de luz nocturna, datos de redes sociales, entre otros), no obstante, mientras la comunidad académica suma esfuerzos por explicar y caracterizar este fenómeno, surgen diversas interrogantes sobre los efectos que tendrá esta creciente expansión urbana en términos del consumo de los recursos naturales, la sustentabilidad urbana, la gestión y gobernanza de estos territorios, el aumento de los precios de las viviendas, la segregación social-urbana, entre otros.

Con más inquietudes que aciertos sobre el tema, cabe cuestionarse si la nueva era urbana por la que transitan distintos países como China, supone la consolidación de ciudades sin el pilar fundamental que la sostiene: sus ciudadanos.


Foto de portada: Infobae.

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