¿Qué tienen en común Castro en San Francisco, The Village en Toronto, Chueca en Madrid y Le Marais en París? Estos lugares son conocidos como gayborhoods, vecindarios con alta densidad de residentes pertenecientes a la comunidad LGBTQ+ y comercios dirigidos a esta comunidad. El nombre viene de la mezcla de las palabras gay y neighborhood (vecindario en inglés).
En contextos en los que grupos sociales son discriminados por su color de piel, origen o preferencias sexuales, ocurren procesos de agrupación basados en características específicas. Bien sea por protección, libertad de expresión, intereses económicos, posibilidades de socialización o un sentido de identidad compartida, estos vecindarios ofrecen un estilo de vida que no suele ser igual para la comunidad LGBTQ+ en otros lugares de las ciudades.
En la mayoría de los casos, los gayborhoods son conocidos por tener una vibrante actividad económica y buenos estándares de calidad de vida en comparación con otros vecindarios de las ciudades donde se encuentran. Pero más allá de esto, ha sido la posibilidad de realizar actos tan sencillos como agarrar de la mano a sus parejas en público sin ser discriminados o atacados lo que hace de estos vecindarios espacios donde los miembros de la comunidad LGBTQ+ sientan seguridad de expresarse libremente, de formar parte de la ciudad como el resto de los ciudadanos.
La vida en el vecindario
Los gayborhoods pueden considerarse como vecindarios de afinidad, que se definen como áreas donde viven personas que comparten características e intereses similares, o que son atraídos por la misma oferta de bienes y servicios. Este fenómeno es más conocido en el caso de vecindarios de poblaciones inmigrantes como lo son La Pequeña Italia o Chinatown en Nueva York, donde se desarrolla un fuerte sentido de comunidad a partir de la identidad compartida.
Debido a que es muy difícil obtener información sobre dónde viven personas de la comunidad LGBTQ+, es importante mencionar que los gayborhoods se definen a partir de estimaciones de datos censales como el porcentaje de personas viviendo en parejas del mismo sexo (en los países en los que existe la pregunta) o las características de las actividades económicas de un sector. Es posible que, a medida que el matrimonio entre personas del mismo sexo sea más común en diferentes países, será más fácil obtener información oficial que permita analizar estas urbanizaciones.
Anteriormente se pensaba que los gayborhoods eran sectores con poblaciones más diversas en términos raciales y socioeconómicos, pero aún no existe suficiente evidencia al respecto. Sin embargo, hay cuatro características principales que los definen:
- son centros geográficos para la agrupación de personas LGBTQ+ (incluyendo turistas),
- tienen una alta densidad de residentes miembros de la comunidad,
- cuentan con comercios y servicios especialmente dirigidos a las audiencias queer,
- y son espacios de concentración de poder político para estos grupos.
Adicionalmente, según datos del censo poblacional de Estados Unidos del año 2010, los vecindarios con mayor proporción de hombres gays para el año 2000 percibieron mayores aumentos de ingresos e incrementos poblacionales en comparación con otros vecindarios de las mismas ciudades, lo que establece una conexión con indicadores de gentrificación.
Al agruparse los espacios de residencia con las actividades económicas de interés de la población, es común también ver patrones de movilidad diferentes a los que existen en otras áreas de la ciudad. Un estudio realizado por el Pratt Institute de Nueva York demostró que los hombres gays que viven en vecindarios con mayor proporción de parejas del mismo sexo hacen viajes mucho más cortos que sus contrapartes que viven en otras partes de la ciudad. Este resultado refuerza la importancia de entender la composición demográfica y cultural de las urbanizaciones de una ciudad, así como de la diversidad de actividades y usos del suelo que presentan.
Foto: Andrés Peñaloza.
¿Cómo surgen los gayborhoods?
Existen diversas hipótesis sobre la formación de los gayborhoods. Algunos académicos plantean que surgen principalmente a través de procesos de gentrificación, mientras otros proponen que los gayborhoods son «una respuesta espacial a una forma específica de opresión histórica».
Al identificarse como un grupo minoritario, principalmente durante los años 70 y 80, las personas LGBTQ+ establecieron un sentido de protección y atención entre ellos que se manifiesta a partir de la oferta de servicios especialmente dirigidos a miembros de la comunidad. Bares, librerías, cafés y restaurantes con productos y servicios diseñados para este mercado se agruparon en vecindarios bajo una lógica de economías de aglomeración. Esta nueva actividad económica atrajo a su vez a más personas del mismo nicho de mercado, impulsando un ciclo virtuoso de nuevos comercios y residentes que consolidó estos sectores.
Otra rama de estudio plantea que la conformación de gayborhoods tiene relación con un componente político dado que el «voto gay» puede ser un factor determinante en procesos electorales. Varios trabajos de investigación han demostrado que personas de la comunidad LGBTQ+ tienden a tener más interés en política, asuntos públicos y participar en elecciones que sus contrapartes heterosexuales.
Al concentrar a una gran cantidad de personas en precintos electorales específicos, estos acumulan poder en la toma de decisiones locales que les permite influir directamente en su entorno a través de la elección de candidatos que representen sus intereses. Es por eso que, así como pueden existir intereses internos de la comunidad LGBTQ+ de agruparse, también existen intereses externos. Los gayborhoods permiten localizar a estas comunidades con alto índice de participación en la vida pública y así focalizar esfuerzos en campañas políticas dirigidas a ellas.
Hoy en día, la mayoría de los vecindarios conocidos como gayborhoods cuentan también con un gran valor histórico debido a que la mayoría han sido los centros de eventos en la lucha por los derechos de las comunidades LGBTQ+. Uno de los casos más famosos es el de Stonewall en el Greenwich Village de Nueva York, donde sucedieron las protestas de 1969 que un año después dieron origen a las marchas del orgullo gay. Desde entonces, Christopher Park, ubicado frente al Stonewall Inn, se ha convertido en un destino importante de la ciudad para visitantes de todo el mundo y, en 2016, fue designado como el primer monumento nacional dedicado al movimiento por la igualdad de derechos de la comunidad LGBTQ+.
Foto: naeimasgary, Pixabay.
Ningún vecindario escapa a los cambios
Algunos teóricos plantean que los gayborhoods son cosa del pasado, de un momento donde la discriminación por la orientación sexual era más común y que en los últimos años se ha visto un proceso de integración más evidente de estas comunidades con el resto de la ciudad. Sin embargo, el valor histórico y la consolidación de las actividades económicas dirigidas a la población LGBTQ+ siguen formando parte de la identidad de muchos de los vecindarios aún conocidos por este nombre.
Esta teoría es reforzada por las investigaciones de Amin Ghaziani, de la universidad de British Columbia en Vancouver, Canadá. En una entrevista con Vox, Ghaziani comenta cómo los gayborhoods se han ido «heterosexualizando» debido a que, en comparación con los años 70 y 80, ahora hay más parejas heterosexuales en sus calles, madres paseando a sus bebés en coches y muchos de los comercios tradicionalmente dirigidos a la población LGBTQ+ han desaparecido.
En números, del 2000 al 2010 hubo una reducción de la cantidad de parejas del mismo sexo viviendo en gayborhoods tradicionales que puede tener relación con los cambios en el estilo de vida que hacen de las zonas urbanas áreas más deseables, sumado a mayores niveles de aceptación de la comunidad LGBTQ+ por parte de otros grupos de la sociedad.
Sin embargo, en una de sus publicaciones más recientes, Ghaziani argumenta que, en vez de desaparecer, los gayborhoods se han diluido más con la ciudad, multiplicándose y diversificándose, de forma que los cambios no necesariamente suponen el fin de los gayborhoods sino un nuevo capítulo en su evolución, como sucede en todos los vecindarios y zonas urbanas. Ghaziani comenta que ante el progresivo desplazamiento de los residentes LGBTQ+ de sus zonas tradicionales, han empezado a surgir nuevos focos que concentran a esta población, especialmente a grupos más jóvenes que no tienen la capacidad económica de pagar los altos costos de las zonas de alta demanda.
Nuevas perspectivas
Los cambios por los que han pasado estos vecindarios reflejan la complejidad de los procesos evolutivos de las zonas urbanas, especialmente de aquellas donde se concentran grupos tradicionalmente marginados que, en algún momento, ocuparon áreas urbanas deterioradas y hoy en día atraviesan procesos de gentrificación por la alta demanda y el consecuente desarrollo económico. Esta forma más reciente de funcionar de los gayborhoods, según palabras de Ghaziani, está más asociada a un archipiélago que a un punto específico de la ciudad.
Esta lógica de los archipiélagos responde además a la misma diversidad que existe dentro de la comunidad LGBTQ+, donde los diferentes grupos que la conforman tienen diversos intereses y necesidades y, por ende, se concentran en sectores diferentes de las ciudades que usualmente no son considerados como gayborhoods, a pesar de contar con altas concentraciones de personas con parejas del mismo sexo.
El hecho de que los gayborhoods se estén diluyendo y transformando en muchas ciudades puede ser un reflejo positivo de cómo han ido cambiando las perspectivas sobre diversidad sexual en las diferentes sociedades, una forma en la que se expresa mayor aceptación a los miembros de la comunidad LGBTQ+ en la dinámica urbana. Sin embargo, así como se protegen los vecindarios tradicionales de otros grupos sociales por su valor histórico, es importante proteger también los gayborhoods que guardan con ellos la memoria de años de lucha por derechos civiles.
El estudio de los gayborhoods ayuda a entender cómo las dinámicas sociales y políticas dan forma a la ciudad y los estilos de vida que tenemos en las zonas urbanas. Sin embargo, es un tema que, al igual que la lucha por derechos igualitarios, aún está en desarrollo. Queda de parte de cada uno conocer nuestra historia y la de nuestras ciudades para hacer de ellas espacios para todos.
Foto de portada: Andrés Peñaloza.