Urbanismo sensorial: vivir la ciudad con todos los sentidos

Una nueva aproximación nos invita a repensar nuestras ciudades como escenarios de encuentros espaciales y sensoriales.

¿Por qué tomamos el mismo recorrido a casa o al trabajo todos los días? ¿Por qué preferimos transitar por ciertas calles de la ciudad y evitamos otras? ¿Qué factores determinan que una zona nos parezca más agradable?

La forma en la que vivimos la ciudad y nos desenvolvemos en ella está fuertemente condicionada por decisiones inconscientes que tomamos a través de nuestros sentidos. El olor, el aspecto visual y los sonidos inciden en la interpretación que le otorgamos a nuestro entorno urbano y la forma en la que nos apropiamos de la ciudad. A esto se le conoce como la dimensión sensorial de la vida urbana.

Si bien el aspecto acústico ha sido considerado desde hace décadas en el diseño arquitectónico, estamos rezagados respecto al estudio de las sensaciones que brindan las ciudades y cómo la forma en la que percibimos el entorno condiciona nuestra vida urbana. Esto se hace cada vez más relevante dado que actualmente somos más conscientes del estrés que generan las metrópolis y de la necesidad de crear espacios urbanos que contribuyan a mejorar nuestra salud mental y nuestro bienestar.

¿Cómo los sentidos determinan nuestra experiencia urbana?

En los últimos años, ha habido avances importantes en reconocer los efectos negativos que ocasiona el ruido urbano, convirtiéndose en una preocupación creciente a escala mundial dados los problemas de salud pública que produce. La Directiva de Ruido Ambiental (END) de los Estados miembros de la Unión Europea ha resaltado la importancia de gestionar la calidad del sonido ambiental de una manera proactiva en vez de reactiva, afirmando que no podemos depender exclusivamente de la fiscalización para el control del ruido, sino que debemos empezar a considerar la planificación del sonido urbano. Este cambio de paradigma abre la puerta para que nuevas metodologías y campos de investigación, como el paisaje sonoro, se integren en los procesos de planificación.

Uno de los principales obstáculos es que la mayoría de los estudios e investigaciones se siguen apoyando de metodologías y herramientas tradicionales, como las encuestas, para conocer la percepción de nuestras ciudades. No obstante, en los últimos años, nuevas aproximaciones como la investigación del paisaje sonoro han buscado estandarizar distintos métodos y procedimientos para analizar el sonido urbano, de modo de integrarlas en los procesos de toma de decisiones y en la formulación de políticas públicas. Si bien el estudio de las emociones que producen los sonidos es un campo complejo, nuevas herramientas tecnológicas, como los sensores, permiten que la recolección de datos se realice de forma más sencilla y automatizada.

Fotos: Nicolai Berntsen (izquierda) y Shun Idota (derecha).

Un ejemplo de estas nuevas aproximaciones se observa en el trabajo desarrollado por Oğuz Öner en Estambul, cuya investigación ha permitido identificar lugares en los que se podría disminuir el ruido del tráfico o construir instrumentos sonoros para amplificar ciertos sonidos que son relajantes para los ciudadanos. A través de la organización de paseos sonoros en el que los participantes recorren varios sitios de la ciudad con los ojos vendados, se ha podido percatar que, incluso en el paseo marítimo, la contaminación acústica no permite escuchar el sonido del mar.

Más allá del paisaje sonoro

Si bien el paisaje sonoro y la caracterización de los efectos del ruido han tenido mayores avances en los últimos años, otras investigaciones han estado explorando los efectos de los paisajes olfativos, gustativos y visuales en los modos de apropiación del espacio urbano. Por ejemplo, hoy día existe un consenso general en que la iluminación es un factor determinante para la prevención situacional (disminuir las oportunidades para la ocurrencia de delitos) y para mejorar la seguridad peatonal, por lo que algunas ciudades han incorporado estrategias de iluminación urbana como parte de sus planes de prevención del delito.

Otros estudios han avanzado en reconocer la importancia de los aromas que pueden emular un sentido de “hogar”, especialmente para comunidades migrantes, al vincular la experiencia sensorial olfativa con la apropiación del espacio, o cómo los aromas y sabores pueden representar experiencias de viaje conectando distintas culturas y épocas. De igual forma, en las últimas décadas ha cobrado más relevancia la necesidad de diseñar y construir entornos que integren las discapacidades físicas, sensoriales y mentales, por lo que el uso de materiales con distintas cualidades táctiles, así como el color, los contrastes y la implementación de zonas de transición se tornan fundamentales para asegurar una experiencia urbana positiva para todos.

Smells city

Foto: Vernon Raineil.

De las metodologías tradicionales a herramientas sensoriales

Algunos estudios realizados en los últimos años han aportado diferentes metodologías e instrumentos que permiten incluir las experiencias sensoriales en la planificación de los espacios urbanos. Mencionamos algunos a continuación:

  • Soundscape Indices es un proyecto que pretende crear modelos de predicción sobre cómo las personas responderán a distintos entornos acústicos a través de las reacciones neuronales que producen ciertos paisajes sonoros. El objetivo es crear una herramienta que permita incluir elementos multisensoriales en los procesos de diseño y planificación de las ciudades.

  • GoGreenRoutes combina enfoques participativos y análisis de datos (Big Data) que son recabados a través de tecnologías portátiles, con el fin de evaluar si el diseño de nuevos espacios verdes y el mejoramiento de los ya existentes tienen un impacto positivo en el bienestar de las personas. El objetivo del proyecto es analizar cómo se puede integrar la naturaleza en los espacios urbanos y mejorar la sensibilización sobre los vínculos entre la salud humana y medioambiental.

  • El Laboratorio Urbano Sensorial (LUS) del Tecnológico de Monterrey combina análisis cualitativos y cuantitativos con el fin de conocer la respuesta emocional de los usuarios en un espacio público. A través de un trabajo multidisciplinario, se desarrolló una metodología que incluía sensores y una plataforma con el objetivo de comprender la reacción de los ciudadanos frente a distintos escenarios y tomar decisiones de diseño en base a la información obtenida.

  • Chatty Maps y Smelly Maps son dos iniciativas de Goodcitylife que, mediante el análisis de datos de redes sociales, mapean las capas sensoriales y emocionales de 12 ciudades de Europa y Norteamérica. El primer proyecto permitió estudiar la relación entre paisajes sonoros y las emociones, identificando así las áreas que son consideradas más caóticas, monótonas, tranquilas y emocionantes. Por su parte, Smelly Maps se propuso capturar todo el paisaje olfativo urbano con el fin de cambiar la percepción negativa que se tiene de los olores de la ciudad y celebrar aquellos que son parte de nuestra cultura y que rememoran nuestros orígenes y nuestra historia.

  • Otros estudios están utilizando la realidad virtual para medir las sensaciones frente a distintos sonidos, olores y texturas con el fin de que las autoridades locales puedan experimentar un proceso inmersivo y tomar mejores decisiones de diseño de los espacios urbanos. Además, algunas  investigaciones están implementado diferentes tecnologías de sensores para extraer información emocional de algunos lugares de la ciudad y comprender la relación entre las características del entorno urbano y los niveles de estrés o bienestar que brindan ciertos recorridos.

Chatty Maps mapea los sonidos de las ciudades y detecta las emociones que producen en los transeúntes. Fuente: GoodCityLife.

Planificar para todos los sentidos

Muchas de las metodologías y herramientas mencionadas se han ido implementando en la última década y, aunque presentan una perspectiva innovadora, no han sido consideradas como instrumentos legítimos para la planificación urbana. En el caso de Öner en Estambul, aunque las autoridades locales han manifestado interés en sus hallazgos, aún no se han incorporado sus sugerencias en los planes urbanos de la ciudad.

No obstante, en otras latitudes como Berlín, una aplicación móvil gratuita llamada Hush City permite a los ciudadanos identificar “zonas tranquilas” de la ciudad para escapar del ruido y el caos. La información es utilizada por el Ayuntamiento de Berlín para la creación de los Planes de Zonas Tranquilas con el fin de proteger estos espacios. Dada su implementación exitosa, la iniciativa está siendo replicada en diferentes ciudades.

Con el acelerado crecimiento de la población urbana se requieren nuevos enfoques para el diseño y gestión de nuestros entornos. Debemos transitar de una planificación urbana que se reduce, principalmente, a regular los usos y ocupación del suelo hacia una planificación que busque potenciar la salud y bienestar de nuestras metrópolis. El urbanismo sensorial abre las puertas hacia la consolidación de ciudades más equitativas e inclusivas en las que se realce la experiencia cromática, olfativa, acústica y táctil de los espacios públicos. Nuevas aproximaciones de investigación permiten evaluar qué elementos despiertan los sentidos y contribuyen al atractivo o repulsión de ciertos entornos urbanos. Las experiencias sensoriales tienen el potencial de inducir nuevos modos de uso y apropiación del espacio y, en consecuencia, impulsar ciudades más accesibles y amenas para todos los sentidos.


Foto de portada: elaboración propia.

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