El crono-urbanismo, o la ciudad de los 15 minutos, ganó popularidad durante la pandemia por predicar la accesibilidad como elemento fundamental de una buena calidad de vida urbana. Cuando Carlos Moreno presentó el modelo en el 2015 durante la conferencia COP21, la propuesta fue desechada ya que no se veía posible conseguir dicho cambio dado los valores sociales y económicos del momento. Cinco años después, luego de una pandemia que hizo evidente la necesidad de asegurar el acceso a bienes y servicios básicos a escasos minutos, el concepto es pilar de C40 Cities Mayor’s agenda for a Green and Just Recovery.
El crono-urbanismo ganó muchos fanáticos y defensores en los gobiernos locales de ciudades alrededor del mundo ya que brindó una aparente alternativa al futuro de cómo trabajamos, con una vida urbana más simple y sin carros. Se presentó como una alternativa esperanzadora, hacia un futuro diferente y optimista, en medio de una crisis mundial desoladora.
Sin embargo, las primeras críticas destacaron cómo el modelo desincentiva el movimiento alrededor de la ciudad. Algunos relacionaron la anti-metrópoli con la exacerbación de la inequidad social. Muchos otros nos hemos preguntado, con respecto a las propuestas establecidas, dónde está el espacio para la participación ciudadana. A pesar de las críticas, muchas ciudades han continuado con su implementación y otras se han sumado a esta visión para transformarse, mientras otros se están aventurando en utilizar su filosofía para diseñar ciudades desde cero.
Nos preguntamos entonces ¿dónde están las oportunidades para mejorar el modelo de la ciudad de los 15-20 minutos? ¿Cuáles son las cuentas pendientes que las ciudades tienen con sus ciudadanos? ¿Es este modelo sólo una nueva forma de mercadeo para las nociones básicas del buen diseño urbano?
Falta de innovación en la participación ciudadana
Una de las críticas principales es que el modelo no incorpora nuevos métodos de participación, no propone novedosas maneras de involucrar a los ciudadanos en la toma de decisiones, y que los planes vienen propuestos desde los gobiernos locales. Cuando leemos sobre cómo fueron elaboradas las estrategias, no hay indicio de información que venga de procesos de participación ciudadana sino de análisis de bases de datos y/o promesas hechas durante campañas políticas. Hasta ahora, sólo Melbourne y Londres abren camino a que la selección e implementación de las estrategias sea a cargo de los residentes, no sin antes contar con un menú preparado de opciones y financiamiento a escoger. Quizás el caso más avanzado en este sentido es Suecia que, junto a su modelo de ciudad de un minuto, da el control a sus ciudadanos de cómo diseñar sus calles, con la meta de ser implementado en todo el país.
Este modelo busca mejorar el sentido de comunidad, incentivar encuentros sociales locales y generar confianza y cooperación entre ciudadanos y agencias de gobierno. Empoderar a los ciudadanos a que organicen un block-party o una guardería comunitaria, como es el caso de Londres y Melbourne, no tiene las mismas implicaciones que diseñar y construir una nueva ciclovía o viviendas asequibles en la ciudad. Usualmente, los ciudadanos pueden dar su opinión en proyectos de transformación urbana cuando la Ciudad organiza una asamblea de vecinos, en un tiempo y espacio físico determinado, o cuando se abre un proceso de consulta pública.
Muchas quejas a estos procesos argumentan que son poco accesibles y no diseñados para facilitar la recolección de datos. Sin embargo, no hacer ninguna consulta pública puede conllevar a que las intervenciones puedan ser vistas como prácticas “colonizadoras” y/o impuestas para generar gentrificación. Por eso extraña que un modelo que busca potenciar las dinámicas urbanas locales no innove en cómo involucrar a los ciudadanos en su diseño y planificación.
Evento comunitario en Coney Island relativo al Plan de Resiliencia ante Inundaciones. Foto: Alexandra Paty Díaz.
La innecesaria y excesiva vigilancia policial
París propuso la utilización de 5.000 policías – con igual cantidad de mujeres que hombres – para asegurar la implementación de las estrategias para lograr la ciudad de los 15 minutos. No hay argumento o descripción alguna que justifique por qué el uso y la presencia de la fuerza policial es necesaria. Dicha práctica parece contradictoria al espíritu del modelo que promueve que las personas mejoren su calidad de vida estrechando sus lazos comunitarios.
El uso de la fuerza policial debe verse con cautela y contexto cultural. No es recomendable utilizar una misma estrategia exactamente en una locación que en otra, las políticas públicas deben adaptarse basadas en la historia, cultura y costumbres de sus habitantes. París podría tener una sociedad donde la supervisión policial pueda ser bienvenida sin mayor resistencia pero, por ejemplo, este no es el caso de ciudades estadounidenses, donde la presencia policial y el exceso de su fuerza ha generado traumas irreparables en grandes sectores de la población. Siendo el modelo de ciudad de los 15 minutos un modelo europeo, por estrategias como la utilización de la fuerza policial, refuerza la perpetuación de conflictos locales en otros contextos. Por ello, muchos llegan a catalogar la réplica literal de este modelo como colonizador y conquistador que, sin la apropiada adaptación cultural, llega a ser presuntuoso e imponente.
Un concepto espacial que puede exacerbar las inequidades sociales
Edward Glaeser argumenta que el modelo no promueve a la ciudad como un todo sino se enfoca en promover a las comunidades como autosuficientes. Esto puede sonar tentador para habitantes de ciudades donde la segregación basada en usos del suelo es tan severa que, para poder satisfacer cualquier necesidad o buscar una actividad, se ven en la obligación de pasar horas en el carro u otros medios de transporte, impactando negativamente la calidad de vida.
El concepto de ciudad se basa en comunidades entrelazadas que se complementan en un movimiento circular donde sus debilidades están cubiertas por las fortalezas de otras, es un modelo económico que gira alrededor de la noción de metropolitanidad. Uno de los beneficios más importantes de las ciudades es la noción que asegura que los recursos y servicios de las zonas acaudaladas puedan ser disfrutados por los ciudadanos de otros sectores, ayudando a quebrar el círculo de la pobreza y la distribución de riqueza.
Alrededor del mundo, los ciudadanos están pidiendo soluciones a la falta de equidad racial, al irrespeto a los derechos de la mujer y de la comunidad LGBTIQ+, los efectos devastadores del cambio climático y la falta de prosperidad económica para todos los estratos. Si bien el modelo busca una justa e igual distribución de uso de suelo en todas las comunidades, no solventa los grandes problemas sociales. De hecho, muchos argumentan que el modelo es peligroso ya que puede llegar a exacerbarlos – tanto por su práctica como por su metodología de implementación.
Petare Norte, Caracas. Foto: Alexandra Paty Díaz.
La pequeña escala, ¿estrategia u objetivo?
La infraestructura existente de las ciudades juega un papel fundamental en la implementación del modelo. La propuesta es utilizada por ciudades occidentales para contrarrestar el dominio del carro a diferencia de las ciudades europeas, antiguas y densas, donde la proximidad para solventar necesidades diarias ha sido la regla. Muchas de las intervenciones físicas del modelo, como las nuevas plazas y la doble utilización de los edificios públicos y privados, están narrados a ser implementados en toda la ciudad. Sin embargo, no se exponen con qué criterios los espacios son elegidos, diseñados e intervenidos. Esto da a entender que las intervenciones pueden pasar en cualquier parte o momento, sin una visión estratégica de crear una red de espacios interconectados o que busquen solventar otros problemas sociales más allá de los espaciales. Sin embargo, para muchas ciudades el solo hecho de hacer unas intervenciones es en sí un progreso significativo.
Otro punto a considerar es cómo se decide por dónde empezar. Ciudades como Melbourne y Barcelona han creado metodologías que determinan las comunidades específicas donde se enfocan estos esfuerzos, lo que da a pensar que la proximidad no solo es una prueba piloto en escala controlada sino también una nueva variable a tomar en cuenta en la priorización de las inversiones locales. Adicionalmente, Barcelona siempre aplica una política de rehabilitación física en toda la ciudad donde primero se realiza en una zona específica, para luego ser replicada en la ciudad. No queda claro cómo las intervenciones estarán interconectadas o si es incluso una meta. Lo que sí deja claro la estrategia catalana es la sabiduría de que antes de implementar una estrategia urbana en mayor escala, es necesario su implementación local que permita testear, aprender y ajustar para garantizar su éxito en otras escalas.
Supermanzana de Pobleneu, Barcelona. Foto: Alexandra Paty Díaz.
Los 15 minutos como bandera para atender la salud pública urbana
Parte de los servicios que deben asegurarse en la burbuja de los 15 minutos son aquellos relativos a la salud ambulatoria, dispensarios, farmacias y espacios públicos abiertos. El modelo busca asegurar el fácil y rápido acceso a los bienes y servicios, incluyendo aquellos que forman parte de la salud pública. Al asegurar que las personas solo deben invertir 15 o 20 minutos, contribuye también al acceso de servicios médicos e implícitamente -por ejemplo- a la reducción de la transmisión del coronavirus. París atribuye su expansión de ciclovías como una de las razones que ha contribuido a la disminución de casos de coronavirus. Salud pública es también viviendas asequibles de calidad, buenas oportunidades de empleo y acceso a comida fresca. En Portland, la iniciativa de las “Comunidades Completas”, una variación de la ciudad de los 15 minutos, busca ubicar más supermercados en comunidades de bajos recursos, o la localización de nuevos empleos locales.
Comercios de las aceras de Hanoi, Vietnam. Foto: Alexandra Paty Díaz.
¿Cómo ha sido implementada la ciudad de los 15 minutos?
París ha logrado avanzar el modelo en la Ciudad de la Luz luego de la exitosa campaña de reelección de Anne Hidalgo donde lo introdujo y ha nombrado un Comisionado para la Ciudad de los 15 minutos. Hasta el momento, se han incorporado más ciclovías y viviendas sociales en las zonas afluentes, los patios de escuelas han sido habilitados para servir como parques comunitarios, y se ha visto el surgimiento de espacios de co-working comunitarios. Sin embargo, se han incorporado tantas ciclovías en tan corto tiempo que la ciudad ahora está sufriendo muchos conflictos de transporte, especialmente con peatones.
Bogotá ha incorporado el modelo de Ciudad de los 30 minutos en su desarrollo urbano (Proximity City Urban Development Model) para lograr comunidades con bajas emisiones de carbono. Por su parte, Suecia está implementando un plan para lograr la ciudad de un minuto a través del diseño participativo de sus calles. Madrid anunció planes para dividir sus supercuadras en supercuadras autosuficientes, Milán está utilizando el modelo en el marco de la recuperación post-covid y Edimburgo utiliza el modelo para intervenir su casco histórico.
Telosa, con un costo estimado de $400 billones de dólares y financiado por el millonario Marc Lore, estará a cargo de BIG y será basada en el modelo de ciudad de los 15 minutos, buscando crear una urbe donde norme la arquitectura amigable con el ambiente y la producción de energía sostenible, que cuente con un sistema de agua a prueba de sequías, vehículos autónomos que no dependen de combustibles fósiles y edificios cubiertos de terrazas verdes habitables, incluyendo cultivos hidropónicos. Estas son algunas de las propuestas que están planteadas para lograr la ciudad utópica.
Refrito del buen diseño urbano
Para nosotros, los diseñadores y planificadores urbanos, leer sobre crono-urbanismo genera un déjà vu hacia el salón de clase donde aprendimos sobre las teorías de Kevin Lynch o Jane Jacobs. El buen diseño urbano se fundamenta en proveer un acceso justo de los bienes y servicios a todos los ciudadanos. Nos preguntamos entonces: ¿es este movimiento una nueva estrategia de marketing para el buen diseño y planificación urbana, o de verdad incorpora nuevas variables de análisis que oriente la creación e implementación de nuevas políticas urbanas?
Si medimos el impacto de este nuevo movimiento con lo ‘vivo’ que se encuentra en el léxico o la organización de las ciudades, pareciera que no tiene el impacto de la ciudad jardín, la ciudad moderna o, la más pertinente, la ciudad ecológica. Una victoria innegable es que el crono-urbanismo finalmente conquistó a los diseñadores de políticas públicas y agentes gubernamentales para atender la calidad de vida urbana en minutos, auspiciada y deseada por los planificadores urbanos, sin asegurar que los cambios sean permanentes o reales.
Atardecer de París desde el Centro Pompidou. Foto: Alexandra Paty Díaz.
Foto de portada: Caminantes por la Rambla de Barcelona, España. Foto: Alexandra Paty Díaz.