Parques de Bolsillo: Aprovechando hasta la última esquina

Ante el reto de generar nuevos espacios públicos recreacionales en nuestras ciudades.

¿Qué tan lejos está el parque más cercano a tu casa o trabajo? Con excepción de algunas ciudades, lo más probable es que la respuesta sea “10 minutos o más”, si tienes suerte. Y es que la mayoría de las zonas urbanas del mundo presentan importantes déficits de espacios públicos recreacionales como plazas y parques. Este problema nos afecta de muchas formas, pues limita nuestra capacidad de interactuar con miembros de las comunidades en las que vivimos, descansar de recorridos diarios, o simplemente disfrutar de la naturaleza.

En muchos casos, la forma tradicional de entender este déficit ha sido por medio de indicadores que relacionan la cantidad de espacio público disponible en cierta zona de la ciudad y el número de habitantes, resultando en un valor como “un metro cuadrado por habitante”. Gracias a estos indicadores, los planificadores «podíamos saber» si la demanda de estos espacios estaba cubierta o no. En función de esto, muchos gobiernos locales y organizaciones como la ONU establecieron requerimientos mínimos para considerar esta demanda satisfecha. 

La debilidad de esta metodología es que no contempla la accesibilidad a dichos espacios públicos, pues asume que un gran área recreacional en el centro de la ciudad, por ejemplo, es capaz de satisfacer las necesidades de habitantes de otros vecindarios, cuando la realidad es que probablemente no puedan acceder fácilmente a estos espacios, ya sea por el relieve, la complejidad de las vías para llegar, o simplemente la distancia real que los separa. Lo que esto indica es que, en lo que a espacios públicos se refiere, el tamaño no es lo que más importa. 

El reto de generar espacios públicos

Si acordamos que la provisión de espacios públicos debe estar enfocada en hacerlos más accesibles, sin importar tanto su tamaño, es muy probable que dicho enfoque sólo se aplique en nuevos desarrollos y vecindarios puesto a que el territorio de la mayoría de las ciudades ya está completamente ocupado, contando incluso con grandes áreas históricas que deben ser protegidas. No es de esperarse que un gobierno local pase por el complicadísimo proceso de expropiar y demoler inmuebles existentes para poder crear nuevos espacios recreacionales, y la gran pregunta que surge es ¿de dónde, si no así, sacamos espacio en nuestras ya saturadas ciudades para hacer parques o plazas nuevas?

Terreno baldío

Foto: Atenistas.

Una alternativa que ha ganado popularidad en Latinoamérica en la última década es la reconversión de espacios sub-utilizados o incluso en desuso en áreas recreacionales. Los parques de bolsillo son una propuesta innovadora que propone la generación de espacios públicos a partir del reciclaje de remanentes de ciudad que usualmente son relativamente pequeños y se encuentran en terrenos abandonados, en mal estado, o incluso incómodamente ubicados en la trama urbana. 

El origen de estos parques de bolsillo se puede rastrear hasta la década de los 60 en Harlem, Nueva York. Francesco Armato relata que en 1964, dos organizaciones llamadas La Comunidad de la Iglesia de Cristo en Harlem y La Asociación de Parque, colaboraron con los vecinos de la zona para equipar un pequeño y delgado lote, propiedad de la iglesia, ubicado entre un par de edificios con el fin de promover el encuentro y apoyar a reconstruir moral y económicamente a esa comunidad durante tiempos difíciles.

Enfocados en la proximidad

Diferentes ciudades y organizaciones han establecido sus propias definiciones de parques de bolsillo para garantizar que puedan ser regulados y reproducidos ordenadamente. De hecho, mi primera introducción a esta idea fue en 2012 cuando una de las alcaldías de Caracas inició un proyecto para ejecutar varios de estos espacios en un municipio, y aún ahí habían bastantes diferencias entre ellos. En Chile, incluso, se han empezado a institucionalizar y diferenciar las plazas de bolsillo, las cuales siguen el mismo principio pero hacen un énfasis particular en la temporalidad del equipamiento (y el mobiliario) ya que éste podría ser trasladado a otros espacios, una vez se consolida la plaza y se hace permanente.

Parque de bolsillo de TEC Campus Monterrey, México.

A pesar de las diferentes interpretaciones, existen una serie de elementos básicos que son comunes en todas las versiones de los parques de bolsillo:

  • Ubicación: Los parques de bolsillo se caracterizan más que nada por estar emplazados en terrenos baldíos, abandonados, callejones, remanentes viales o espacios similares que, además, son usualmente públicos. 
  • Tamaño: Estos espacios públicos son relativamente pequeños con respecto a los parques y plazas tradicionales. La Asociación de Recreación y Parques Nacionales de los Estados Unidos (NRPA por sus siglas en inglés) estima que el área promedio es de 1000 metros cuadrados, sin embargo, pueden ser mucho más pequeños y ocupar lo mismo que un una sala de una casa o un jardín.
  • Equipamiento: El foco de estos espacios es activar dinámicas urbanas, por lo tanto, el mobiliario debe facilitar las actividades de interacción de su contexto inmediato, ya sea para facilitar reuniones de vecinos y foros en zonas residenciales, bancas y mesas en zonas de oficina que inviten a los trabajadores a hacer vida pública, y/o juegos para niños.
  • Costo: Una de las grandes ventajas de los parques de bolsillo es su posibilidad de ser de bajo presupuesto porque no implican la adquisición de grandes parcelas ni de una gran cantidad de mobiliario.

Sumando de a poco

Tener más y mejores espacios públicos aumenta nuestra calidad de vida dentro de las ciudades, brindando lugares para satisfacer nuestro derecho a la recreación, ya sea en términos de actividad física como los deportes y juegos, o de reposo y contemplación. Cuando estos beneficios dejan de estar únicamente concentrados en algunas pocas parcelas regadas por la ciudad para empezar a formar un sistema de espacios públicos de diferentes escalas que sea accesible para todos los habitantes, se genera un valor agregado adicional.

La proliferación de parques de bolsillo permite que haya más gente conviviendo en el ámbito público a todas horas y en todos los rincones de la ciudad, lo cual está asociado con reducción de índices de violencia e inseguridad porque es menos frecuente que los delincuentes actúen en presencia de muchos testigos. 

Familias haciendo uso de un parque de bolsillo

Foto: José Manuel Guzmán.

Los parques de bolsillo, además, nos ayudan como sociedad a hacer recorridos más humanos y más amigables para el peatón. Nos dan opciones de cómo y dónde pasar nuestro tiempo libre dentro de la ciudad, facilitando el encuentro entre vecinos y promoviendo la construcción de capital social

Las ciudades tienen opciones muy limitadas para generar nuevos espacios públicos recreacionales dentro de la mancha urbana y, en este sentido, los parques de bolsillo son una gran opción para aprovechar hasta la última esquina.


Foto de portada: Alexandra Paty.

Deja un comentario

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *

Este sitio usa Akismet para reducir el spam. Aprende cómo se procesan los datos de tus comentarios.

Recibe nuestro resumen mensual en tu correo electrónico.

Recibe nuestro resumen mensual en tu correo electrónico.