La mejor estrategia para reducir la congestión es ponerle un precio

La tarificación por congestión es una estrategia que ha funcionado a nivel mundial, ¿por qué más ciudades no la están adoptando?

Durante el mes de agosto de este año en la ciudad de Nueva York se llevaron a cabo las primeras audiencias para conocer la opinión de los ciudadanos sobre un nuevo plan para implementar un sistema de tarificación por congestión para entrar a la ciudad. De aprobarse, Nueva York podría sumarse a un selecto grupo de ciudades que ha implementado, con éxito, esta estrategia para reducir la congestión vehicular, convirtiéndose en la primera ciudad del continente en hacerlo.

¿Por qué la tarificación?

Tradicionalmente cuando las ciudades se enfrentan al problema de la congestión, la respuesta habitual ha sido ampliar la oferta vial construyendo más vías para poder acomodar o adelantarse a la creciente demanda de los vehículos particulares para desplazarse. Lamentablemente, aumentar la oferta vial gratuita solo incrementa la congestión, en un fenómeno que se conoce como la demanda inducida.

La tarificación, en cambio, pone un costo al uso de la infraestructura vial, normalmente para pagar la inversión en nueva infraestructura y su mantenimiento, como es el caso habitual en Latinoamérica, a través de peajes o puntos automáticos de cobro por cámara. Cuando esta tarificación se aplica para reducir la congestión, estos costos se aplican en las horas de mayor demanda vehicular, buscando reducir la cantidad de vehículos en la vía y mejorando la velocidad de desplazamiento.

Un ejemplo de esta diferencia se observó en Louisville, en Estados Unidos. Por medio de la expansión de un puente, de 6 pistas a 12, el proyecto requirió del cobro de un peaje de uno a tres dólares para cubrir su construcción y futuro mantenimiento. Luego de construido, entre los años 2013 y 2018 la demanda cayó en 49% producto del cobro. Más que servir el peaje para recuperar costos, el nuevo cobro funcionó más como una tarifa por congestión, reduciendo la demanda vehicular.

Puente “Downtown Crossing” en hora punta (2017). Fuente: Kentucky Transportation Cabinet vía City Observatory.

La propuesta de Nueva York

La congestión es un problema importante en las grandes ciudades. De acuerdo con la empresa de análisis de tráfico INRIX, en 2021 la ciudad de Nueva York fue la quinta más congestionada del mundo. Por otro lado, la Autoridad Metropolitana de Transporte (MTA) de la ciudad presenta un gran déficit financiero para el 2025, que suma más de 2.5 mil millones de dólares. Estas dos razones son las principales causas por las que la ciudad, desde hace varios años, ha venido explorando la idea de un sistema de tarificación por congestión.

La propuesta de tarificación por congestión de Nueva York crearía un cordón de cobro desde la 60th Street hacia el Downtown de la ciudad. Foto: NYC Urbanism.

Por medio de esta política, la ciudad generaría hasta mil millones de dólares al año que servirían para financiar mejoras al sistema de transporte público: metro, buses y trenes. Los pasos a seguir para su aprobación son: la definición del cobro que se hará por tipo de vehículo, el establecimiento de excepciones o descuentos para ciertos grupos y la aprobación por parte de la MTA. A través de estos ingresos se espera que la ciudad pueda financiar varias obras para mejorar el transporte público que suman hasta 15 mil millones de dólares, al mismo tiempo que se reduce la congestión y se mejora la calidad del aire en la ciudad.

Experiencias internacionales exitosas

A pesar de todo el revuelo que está causando esta noticia en la ciudad y el resto del país, Nueva York no es la primera ciudad que implementa este sistema. Ciudades de renombre como Londres, Milán, Estocolmo y Singapur lo han implementado con un éxito envidiable. A continuación analizamos diversas características de este sistema:

¿Cómo funcionan?

Los sistemas de tarificación por congestión parten por la delimitación de un área o cordón de la ciudad, generalmente los centros empleadores, donde se quiere reducir la congestión. Posteriormente, se instalan en diversos puntos de entrada unos pórticos para realizar el cobro de la tarifa por congestión definida por una ley o una institución pública.

Originalmente, cuando estos sistemas se implementaron por primera vez, estos pórticos eran manuales. Actualmente, todas las ciudades usan algún tipo de sistema automatizado, ya sea con lectura de placas (patentes) o a través de un dispositivo único identificador del vehículo, que realiza el cobro a una cuenta individual.

Los objetivos de esta política son diversos y muchas veces complementarios. En algunos casos la meta establecida es reducir la congestión (Milán, Singapur, Estocolmo), mejorar la calidad del aire (Londres, Milán) o aumentar la inversión en transporte público (Singapur, Milán), entre otros.

Cordón de tarificación por congestión en Estocolmo (35 km2). Fuente: Agencia de Transporte de Suecia.

¿Cómo se financian?

La principal fuente de ingresos de estos sistemas son las tarifas que pagan los vehículos que ingresan al cordón tarificado en los horarios de cobro. Los factores que se toman en cuenta para ponerle un precio a los vehículos son el tipo de vehículo y su impacto ambiental, mientras que el horario o el número de entradas son otros factores que impactan en el ingreso del sistema.

Desde el punto de vista económico, todos los sistemas de tarificación por congestión son sumamente rentables. En tres de las cuatro ciudades analizadas, entre el 25% a 50% de los ingresos permite cubrir la totalidad del costo de operación.


CiudadCosto de operaciónIngresoBalanceCosto/ingreso (%)
Londres (2003-2006)£288.6 Millones£591.7 Millones£303.1 Millones48,7%
Estocolmo (2008)€22 Millones€70.9 Millones€48.9 Millones31%
Milán (2012)€7 Millones€27 Millones€20 Millones25,9%

Resumen de operación de sistemas de tarificación por congestión.


Resultados

Sin importar el objetivo declarado de esos sistemas, la tarificación por congestión tiene beneficios directos en la reducción de la congestión y la contaminación ambiental. Otros beneficios indirectos son la mejora de la seguridad vial y del sistema de transporte público.


CiudadReducción de CongestiónReducción de Emisiones
Milán (2012)-30%-18% (PM10)
-35% (CO2)
Estocolmo (2007)-22%-15%
Londres 1,2 (2006)-30%Zona de Ultra Bajas Emisiones (2019)
– 44% (NO2)
– 27% (PM2.5)
Singapur (Post 1988)-24%

Resumen de impactos de los sistemas de tarificación por congestión.


¿Por qué cobrar es más “justo”?

La discusión sobre la tarificación normalmente se centra en las personas que van a ser perjudicadas por este nuevo cobro. Visto desde ese punto de vista, pareciera que los supuestos beneficios de esta medida no compensan el alto costo que tiene para la población. “¿Quién piensa en la gente que depende del automóvil?”, “¿Por qué las personas de menores recursos tienen que pagar más?”, “¿Qué pasa con las personas con alguna discapacidad?”, son probablemente las dudas o argumentos en contra más comunes. Pero la verdad es que este discurso sigue la línea de una visión de movilidad centrada en el automóvil. Al enfocarnos en los beneficios que trae al resto de la población, al igual que la mejora en la reducción de la congestión que beneficia a los conductores, es posible encontrar más puntos a favor sobre la equidad de estos sistemas.

Un estudio realizado en el 2017 por la Corporación Andina de Fomento, marca un panorama claro de la movilidad en la región que apunta a muchas disparidades que pudieran mejorarse por medio de estrategias de tarificación por congestión:

  • La tenencia vehicular aumenta con el ingreso: tan sólo un 8% de las familias del quintil de ingresos más bajos (20% de menores ingresos) tiene un automóvil, en comparación con el 46% del quintil más alto. Un sistema de tarificación por congestión tendría un impacto mayor en grupos que pueden costear las tarifas redistribuyendo los ingresos para mejorar el transporte público, por ejemplo.

La tenencia vehicular en Latinoamérica según ingresos. Fuente: CAF.

  • Los viajes al trabajo en transporte público son más lentos: los viajes al trabajo en promedio tardan 50 minutos en transporte público y 31 minutos en automóvil. Reducir la congestión generaría beneficios directos a quienes dependen del transporte público para moverse y que no contribuyen a los problemas de atochamiento en las vías.

  • La opinión pública no está necesariamente en contra de la tarificación: aunque la población está más a favor de programas de restricción vehicular, estos tienden a tener resultados inconclusos o inclusive a empeorar la situación. En el caso de Bogotá y Ciudad de México, la restricción generó un aumento del parque vehicular por la compra de un segundo automóvil para evitar la medida, una alternativa que no tienen las familias de menores recursos. En el caso de la tarificación por congestión, todavía existen muchas personas que no están a favor ni en contra, planteando el desafío de poder explicar estos sistemas de forma clara para sumar apoyos.

Nivel de acuerdo con las políticas de regulación del uso del automóvil privado en horas punta. Fuente: CAF.

En definitiva, son mucho mayores los beneficios que se pueden obtener en Latinoamérica de implementarse la tarificación por congestión. Sin embargo, todavía quedan muchos obstáculos por superar.

Los desafíos de la implementación

A pesar de los posibles beneficios que puede traer la tarificación por congestión, políticamente es sumamente complicada su implementación. En este sentido, existen diversas estrategias que se pueden aplicar para facilitar la aprobación de estos sistemas:

  • Plantear de forma clara los objetivos: es importante alinear los objetivos de la tarificación a metas claras. En Londres, la propuesta se enmarcaba en la política de movilidad de la ciudad, prometiendo reducir la congestión y aumentar la inversión en transporte público. En Singapur, permitió satisfacer las aspiraciones de tenencia vehicular en la ciudad para la clase media creciente, manteniendo niveles aceptables de congestión.

  • Implementar estrategias de apoyo: cuando se pone en marcha un sistema de tarificación por congestión es importante anticiparse a los impactos en la movilidad de la ciudad. En Londres, Estocolmo y Singapur, por ejemplo, aumentaron la flota de buses y se ofrecieron espacios de estacionamiento fuera de la zona de congestión.

  • Hacer una votación: el caso de Estocolmo es bien particular porque el sistema de tarificación se implementó como un piloto durante 6 meses. Luego de eso se realizó un referéndum donde se aprobó mantener la medida (previo a la puesta en marcha entre el 60% y 70% de las personas estaban en contra; para el 2011, el 70% estaba a favor del cobro). En Milán, también se realizó una votación para limitar el tráfico y promover el uso de vehículos de bajas emisiones donde se aprobó con un 79%.

Puesta en marcha del piloto de tarificación en Estocolmo. “Estocolmenses, ¿a dónde se fueron?”. Foto: Tools for Change.

  • Comunicar los resultados: diversas ciudades aplicaron estrategias comunicacionales para transmitir los beneficios de la política. Milán, por ejemplo, mantiene actualizada la información de tráfico y contaminación, al tiempo que reinvierte los ingresos en mejoras al sistema de movilidad.

  • Establecer sistemas de apoyo a grupos vulnerables: distintas ciudades establecen ciertas excepciones o descuentos dentro de sus sistemas de tarificación. En Milán, los residentes de la zona de congestión cuentan con 40 entradas libres al año, mientras que las scooters y los automóviles de personas con discapacidad están exentos de cobro. La propuesta para Nueva York plantea que los residentes con ingreso menor a 60 mil dólares puedan recibir rebajas de impuestos equivalentes al gasto en peajes.

Una movilidad más “justa” requiere un mejor balance entre costos y beneficios

Para lograr cumplir con el objetivo de tener ciudades más sostenibles, con sistemas de transporte robustos que mejoren el acceso a empleos y servicios es fundamental tener herramientas probadas para ayudarnos a combatir la congestión vehicular que cada día cobra más tiempo y dinero de nuestros bolsillos.

Lograr ese balance requiere que todos asumamos el impacto que generamos al movernos. Seguir expandiendo la oferta vial de forma gratuita es la manera principal como subsidiamos el uso del auto y no internalizamos los efectos negativos que tiene, como la congestión, los siniestros viales, la contaminación, entre otros.

Estrategias como la tarificación por congestión son importantes porque devuelven el costo del impacto a quienes lo generan, pero al mismo tiempo apoyan mejoras en la infraestructura de transporte público que tanto necesitan nuestras ciudades. Si tuviéramos un servicio que por una pequeña suscripción nos permitiría tener mejor calidad de aire, menor congestión y mejor transporte público, seguro que todos la tendríamos. La tarificación por congestión ya está disponible, sólo debemos atrevernos a implementarla.


Foto de portada: Crosscut.

1 comentario

Efrain Guerrero 13 marzo 2023

Interesante el tema me gustaría que ampliaran otros temas sobre como reducir el congestionamiento en las ciudades de Centroamérica, que las vías no tienen mucha capacidad para los altos volúmenes vehiculares.

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