Gentrificación verde: el precio de la sostenibilidad en nuestras ciudades

El dilema de la ecologización urbana: ¿un paso hacia la equidad o una nueva forma de exclusión?

El valor de los espacios verdes urbanos es ampliamente reconocido para la consolidación de ciudades más saludables, habitables, bajas en carbono y resistentes al clima. Desde el punto de vista ecológico, contribuyen al aumento de la biodiversidad, mejoran la absorción de aguas pluviales, reducen los efectos de las islas de calor urbano y regulan las emisiones de carbono. Además, fortalecen los lazos comunitarios y mejoran el sentido de pertenencia.

No obstante, la distribución desigual y el acceso limitado a estos espacios plantean un desafío importante. Las comunidades de bajos ingresos y los grupos minoritarios a menudo se ven excluidos de los beneficios de los espacios verdes de la ciudad, lo que profundiza las desigualdades sociales. Más recientemente, diversos estudios sobre las políticas sostenibles implementadas en diversas ciudades han señalado la paradoja de los espacios verdes: ¿puede la creación de infraestructura verde incrementar situaciones de injusticia ambiental y climática?

¿Qué es la gentrificación verde?

Aunque se han utilizado diversos términos como “eco-gentrificación”, “gentrificación ecológica” o “gentrificación ambiental”, todos ellos refieren a procesos de gentrificación urbana que se ven facilitados por la creación o restauración de amenidades ambientales. La premisa principal es que la nueva infraestructura verde o la ecologización de los vecindarios generan valor, lo que a su vez conlleva especulación inmobiliaria, aumento de los costos de vivienda y, en última instancia, desplazamiento.

En un contexto en el que muchas ciudades buscan posicionarse como las más habitables o verdes, los desarrolladores inmobiliarios comercializan viviendas con un enfoque centrado en la sostenibilidad y el bienestar. El sector inmobiliario se ha subido al tren de la agenda ecológica en las ciudades, ya que la introducción de áreas verdes hace que los vecindarios sean más atractivos. El resultado, según algunas investigaciones, es un aumento en los costos de vivienda que puede conducir a la gentrificación, el desplazamiento y/o la exclusión de los mismos residentes a quienes se suponía que el nuevo espacio verde beneficiaría.

¿Una cuestión de escala?

La reutilización y conversión de infraestructura a gran escala ha tenido un auge importante en la última década, especialmente en Norteamérica. El denominado efecto High Line ha demostrado el poder transformador que tiene la reconversión de espacios subutilizados para atraer el desarrollo a estos sectores de la ciudad. Otros proyectos como el 606 de Chicago, el Beltline de Atlanta y el Buffalo Bayou Park de Houston han tenido efectos similares en sus entornos en los que la revitalización urbana ha sido ampliamente celebrada.

Kevin Loughran, en su libro Parks for Profit: Selling Nature in the City, argumenta que uno de los principales inconvenientes es que estos espacios a gran escala sirven como escudos cívicos para la inversión orientada a la élite. Financiados en su mayoría por fondos privados y administrados por entidades pertenecientes a la población con mayor acceso económico, estos lugares permiten que los gobiernos locales sean internacionalmente celebrados por las iniciativas mientras enriquecen, mayormente, a los inversores inmobiliarios que se van apropiando de los beneficios de la intervención. Loughran señala que alrededor de proyectos como el 606 y el Beltline han proliferado condominios para clase media-alta y nuevos apartamentos boutique como una respuesta del mercado inmobiliario para aprovechar las amenidades del nuevo espacio verde. En consecuencia, el valor de las propiedades cerca de estos parques se ha disparado.

La paradoja más evidente se produce en el High Line de Nueva York, donde se promocionó el proyecto como una iniciativa de sostenibilidad urbana pero que, paralelamente, incrementó el valor de las propiedades. Según el New York City Economic Development Corporation, este aumento fue de un 103% entre 2003 y 2011, a pesar de la recesión económica, y se invirtieron USD $2 mil millones en desarrollos inmobiliarios en el entorno inmediato.

Ante estas intervenciones, los residentes de bajos ingresos se han visto enfrentados a una mayor presión de desplazamiento. Por ejemplo, en el área cercana al 606 en Chicago los precios de las viviendas han aumentado un 48% desde que comenzó la construcción en 2015. Ello ha derivado en que varias asociaciones vecinales latinas han manifestado su descontento con la construcción y han ideado algunas iniciativas para que los residentes de bajos ingresos puedan mantener sus hogares en medio de los altos valores de propiedad.

Protesta de activistas contra el desplazamiento en el 606 de Chicago. Foto: Tyler Lariviere.

Por su parte, a lo largo del Beltline, el precio promedio de las viviendas aumentó hasta un 68% entre 2011 y 2015, más que en cualquier otro lugar de Atlanta. En Los Ángeles, la revitalización del río ha llevado a que el precio de las viviendas en vecindarios como Elysian Valley, que históricamente ha sido una comunidad diversa de clase trabajadora, haya aumentado más de 17% entre 2017 y 2018, representando más del doble de la tasa del condado. En Asia la restauración del río Cheonggyecheon en Seúl, impulsada por motivos ecológicos, también ha llevado al aumento del valor de las propiedades y a la conversión de terrenos industriales en usos comerciales que benefician a los sectores más acomodados de la sociedad.

Si bien estos parques son considerados historias exitosas de reutilización adaptativa y ejemplos destacados de arquitectura paisajista que atraen tanto a visitantes como a residentes, lo cierto es que también pueden contribuir a aumentar la desigualdad, generando una importante presión de desplazamiento para comunidades de más bajos recursos y residentes que históricamente han habitado en estos vecindarios pero que no tienen la capacidad económica para asumir el aumento de precio de las viviendas.

Pero no se trata solo de proyectos ecológicos emblemáticos en términos de su escala, incluso pequeños parques de bolsillo, o un solo árbol, pueden inclinar la balanza respecto a los valores de las propiedades cercanas, lo que complica los esfuerzos para implementar estos beneficios ambientales de manera equitativa. Según algunos estudios, la gentrificación verde se puede ver en escalas más pequeñas. Geoffrey Donovan, un investigador del Servicio Forestal de Estados Unidos, ha estudiado cómo la plantación de árboles puede afectar los valores de las propiedades circundantes. En Portland, Oregon, descubrió que cada punto porcentual de aumento en la cubierta arbórea de un vecindario aumentaba el precio de venta de una casa en USD $882, y cada nuevo árbol en la calle estaba asociado con un incremento de USD $131. En el caso del precio de alquiler de viviendas unifamiliares, un árbol aumentó el precio de alquiler mensual de una casa entre USD $5,62 – $21.

Otros estudios (1, 2, 3) han revelado que, cuanto mayor es el número, tamaño y la calidad de los espacios verdes urbanos en un área de transición o sujeta a procesos de regeneración, se genera mayor posibilidad de desplazamiento de grupos minoritarios hacia lugares menos deseados (y menos verdes). Por ejemplo, las políticas de sostenibilidad aplicadas en el barrio Harlem en Nueva York atrajeron a inversionistas que construyeron viviendas de lujo bajo el lema ecológico que, finalmente, desplazaron a los residentes de bajos ingresos.

No todos los parques tienen el mismo impacto

En un estudio que analizó 28 ciudades en nueve países de Norteamérica y Europa en tres períodos de tiempo (1990, 2000 y 2010), los investigadores identificaron distintos patrones de gentrificación y el efecto que tuvo la ecologización de los vecindarios en esas ciudades. En 17 de las ciudades la nueva infraestructura verde mostró tendencias de gentrificación a lo largo del tiempo, mientras que en las 11 restantes no se evidenciaron relaciones relevantes entre la ecologización y la gentrificación.

Las 17 ciudades fueron clasificadas según el impacto que tuvo la nueva infraestructura verde en los patrones de desplazamiento de la población:

  • En una primera categoría de ciudades (8 de 17) se encuentran aquellas en donde la ecologización es la principal intervención en el entorno construido que explica los procesos de gentrificación que se producen en la mayor parte de la ciudad. Esto significa que la mejora del entorno a través de nueva infraestructura verde juega un papel relevante y sostenido en la gentrificación durante un largo período de tiempo.

  • En el segundo grupo de ciudades (6 de 17) el proceso fue denominado «gentrificación verde integrada» en donde los espacios verdes tienen un papel explicativo similar al de nuevos desarrollos o nuevas rutas de transporte. En estos casos la gentrificación verde es un fenómeno presente, pero no es solo la ecologización lo que explica la gentrificación. Ésta, combinada con otras intervenciones locales como la reurbanización y/o regeneración del vecindario, o iniciativas de sostenibilidad más amplias, son las que dan paso a procesos de gentrificación.

  • La tercera categoría de ciudades (3 de 17) es definida por un proceso de «gentrificación verde subsidiario» en el cual los espacios verdes desempeñan un papel secundario en la explicación de la gentrificación. En estas ciudades la gentrificación verde está presente, pero probablemente juega un papel más incipiente en comparación a otras intervenciones en la ciudad que parecen ser más prominentes.

Elaboración en base al estudio “Green gentrification in European and North American cities” (Anguelovski et. al, 2022).

El estudio concluye que la ecologización impulsa la gentrificación en diferentes grados y circunstancias. Incluso en las ciudades donde la gentrificación verde tiene un papel secundario, la infraestructura verde sigue siendo relevante en la combinación de fuerzas que impulsan el desplazamiento. Estos procesos de gentrificación pueden generar nuevas desigualdades sociales y deben considerarse en términos de equidad y justicia climática. Por lo tanto, los investigadores enfatizan la importancia de implementar políticas ecológicas inclusivas y medidas contra el desplazamiento que aseguren la construcción de ciudades verdes y sensibles al clima desde una perspectiva de equidad.

Campo de acción

Los diversos estudios sobre gentrificación verde concuerdan en que la ecologización de la ciudad o el “reverdecimiento” de estas debe ocurrir en relación con otras políticas y agendas. Para evitar la gentrificación, los proyectos de infraestructura verde deben combinarse con políticas que se centren en la equidad, desalienten la especulación inmobiliaria y promuevan mecanismos para la vivienda asequible y para evitar el desplazamiento.

El proyecto Beltline, a través del Atlanta Beltline Partnership, se propuso desarrollar planes de vivienda asequible y gestionar un fondo de impuestos contra el desplazamiento (Fondo Fiduciario de Vivienda Asequible). Sin embargo, solo la mitad de las 5.600 unidades prometidas se han materializado y no se desarrollaron mecanismos para ayudar a mantener los costos de la vivienda y de alquiler a los residentes de más bajos ingresos a lo largo del parque. El proyecto ha sido criticado fuertemente por las soluciones tardías que se han tratado de implementar.

En otro escenario, el proyecto 11th Street Bridge Park de Washington, D.C. ha propuesto una agenda explícita de equidad. Para abordar la preocupación sobre la posible gentrificación y el desplazamiento, City First Homes, una organización sin fines de lucro del gobierno de D.C., generó un fideicomiso de tierras controlado por la comunidad (Community Controlled Land Trust) con la ayuda de los residentes que forman parte de un Comité Asesor. Posteriormente, en 2019, se incorporó el Douglass Community Land Trust, una organización sin fines de lucro que compra el título de la tierra y luego emite un contrato de arrendamiento que incluye un convenio de asequibilidad permanente para los residentes locales.

Otras iniciativas contra la gentrificación que pueden producir los nuevos espacios verdes se centran en el tipo de parques necesarios para las ciudades. El movimiento “lo suficientemente verde” (Just Green Enough) refiere a que los vecindarios deberían contar con espacios verdes más simples, descartando el urbanismo paisajístico que prioriza el estilo sobre la sustancia. Un ejemplo de ello es el Tempelhof (antiguo aeródromo) y Gleisdreieck Park (antigua vía férrea) de Berlín, en donde los residentes han adaptado la infraestructura en desuso y han creado espacios para actividades, para el encuentro y para la jardinería comunitaria. Los vecinos han resistido con éxito los intentos por desarrollar el aeródromo, velando por el control de los precios de los terrenos aledaños.

Jardines comunitarios en Tempelhof, Berlín. Foto: Dagmar Schwelle.

¿Cómo abordar la gentrificación verde en la planificación sostenible de las ciudades?

La gentrificación verde puede surgir incluso cuando el objetivo principal de la provisión de espacios verdes urbanos es abordar las injusticias ambientales de su distribución. La remediación ambiental en vecindarios antiguos y la creación de nuevos espacios verdes pueden “naturalizar” la desaparición de las comunidades más vulnerables, ya que estos vecindarios mejorados se convierten en objetivos de nuevos desarrollos más exclusivos. En ese sentido, el desarrollo urbano sostenible puede terminar desencadenando procesos de acumulación capitalista.

Sin un enfoque crítico, la sostenibilidad puede reducirse a la promoción de un estilo de vida ecológico que atraiga solo a residentes más acomodados. En este contexto, las autoridades municipales y los defensores de la sostenibilidad que aceptan acríticamente la expansión de los espacios verdes urbanos pueden, a pesar de sus intenciones, generar nuevas desigualdades socioespaciales. Si las intervenciones contribuyen al desplazamiento se pueden socavar los objetivos de crear ciudades sensibles al clima para todos y comprometer los llamados a una acción climática transformadora basada en la equidad y centrada en los grupos vulnerables.

En términos de las políticas que acompañan la creación de nueva infraestructura verde, no basta con planificar el desarrollo de viviendas asequibles después de que los proyectos se pongan en marcha ya que, para entonces, el valor de la tierra o de las propiedades habrá aumentado significativamente, lo que hace que la preservación y la creación de viviendas asequibles sean costosas y posiblemente prohibitivas.

La estrategia “lo suficientemente verde” plantea que la planificación de los espacios verdes debe responder a las preocupaciones, necesidades y deseos de las comunidades, en lugar de copiar fórmulas de diseño urbano de gran alcance internacional. Ello requiere fomentar y consolidar un activismo comunitario que ayude a proteger los vecindarios más vulnerables. En Toronto, Canadá, organizaciones locales sin fines de lucro han presionado a los diseñadores y planificadores para evitar la construcción de grandes obras de infraestructura y, en su lugar, se han centrado en la promoción de espacios y paisajes que puedan servir para otras actividades como la agricultura urbana y jardines comunitarios. De esta manera, los proyectos de restauración ecológica están más conectados con las preocupaciones locales sobre seguridad alimentaria, creación de empleo y bienestar en general.


Foto de portada: Wikimedia Commons.

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