Los Juegos Olímpicos: una oportunidad para grandes transformaciones urbanas

En sus diferentes ediciones, las ciudades han aprovechado las olimpíadas para renovarse. ¿Qué podemos esperar de Tokio 2020-2021?

La primera edición de los Juegos Olímpicos (JJOO) de la era moderna se celebró en Atenas en 1896 y, desde ese entonces, no sólo han representado un importante encuentro deportivo a nivel internacional, sino que han servido como un importante catalizador de transformaciones urbanas de las ciudades anfitrionas.

La organización de este evento ha sido un impulso fundamental para que varias ciudades se reconstruyan, renueven en versiones más modernas y para aplicar nuevas tecnologías en el ámbito urbano. La XXXII edición de los Juegos Olímpicos se realizará en Tokio, una de las ciudades del mundo que continuamente busca renovarse sobre los cimientos de la sostenibilidad, la tecnología y la planificación urbana. Esta edición no solo promete mostrar cambios innovadores en la ciudad, sino que sus organizadores se han planteado el desafío de gestionar los JJOO más sostenibles de la historia.

La metamorfosis urbana de las ciudades olímpicas

El impacto de las construcciones olímpicas en las ciudades ha sido de distinto orden pero, en su mayoría, las intervenciones han servido para impulsar la expansión de la ciudad, para redireccionar el crecimiento urbano hacia zonas de interés o para focalizar la inversión en sectores estratégicos que deriven en el fomento del turismo y la inversión internacional. Entre los impactos positivos que han tenido los JJOO en la estructura urbana de las ciudades podemos mencionar los siguientes:

  • Revitalización urbana: los Juegos Olímpicos celebrados en Múnich (1972) representaron una oportunidad para acelerar la remodelación de un sector abandonado de 280 hectáreas. Originalmente, el plan había establecido un horizonte de ejecución a 20 años pero, en el marco de la organización de los Juegos, logró implementarse en cinco años. 

    Por su parte, las transformaciones urbanas realizadas en el marco de los JJOO de Barcelona (1992) se han convertido en un modelo para otras ciudades que desean iniciar planes de revitalización a gran escala. El éxito del “modelo Barcelona” se centra en su visión proyectada a largo plazo, más allá de la celebración del evento deportivo. Parte de los proyectos ejecutados estaban directamente relacionados con la construcción de las instalaciones olímpicas, mientras que el resto estaban vinculados a la mejora del transporte, la apertura de la ciudad hacia el mar y el acceso a vivienda y servicios. Uno de los desarrollos más valorados a largo plazo por los habitantes fue el acondicionamiento de un tramo de costa de 5.2 km, el cual representa uno de los principales símbolos de la transformación olímpica de Barcelona. 

    Después de los JJOO Barcelona, que anteriormente era conocida como una ciudad industrial, empezó a percibirse como una ciudad internacional y vanguardista orientada a la atracción del talento. La oleada olímpica repercutió en un mejor posicionamiento estratégico de Barcelona en el mundo, un aumento de su competitividad, mayor atractivo y mayor percepción de bienestar social.

Frente marítimo BarcelonaFrente marítimo Barcelona

Transformación del frente marítimo de Barcelona. Fotos: Ayuntamiento de Barcelona.

  • Movilidad y transporte: un evento de gran magnitud como los JJOO requiere una inversión sustancial en la infraestructura de transporte que permita garantizar la movilización de forma eficiente de los atletas, organizadores y espectadores. Esto incluye tanto aumentar la capacidad de puertos y aeropuertos, como la construcción y acondicionamiento de carreteras, sistemas de transporte público y la inclusión de nuevas formas de movilidad. Por ejemplo, el mayor proyecto relacionado con los JJOO de Tokio de 1964 fue la construcción de 22 nuevas carreteras, dos nuevas líneas de metro y el tren bala Shinkansen, símbolo de modernización del transporte público. Por su parte, para los preparativos de los Juegos de Verano de Seúl (1988) se construyeron tres líneas de metro, 47 extensiones de rutas de autobús y se amplió el aeropuerto internacional. 
  • Mejora en los servicios públicos: la población flotante que reciben las ciudades anfitrionas suele tensionar la gestión de los servicios públicos, por lo que una parte importante de la inversión previa al evento está destinada al mejoramiento de la calidad de dichos servicios. Por ejemplo, los preparativos de los JJOO de Tokio en 1964 y de Seúl en 1988 incluyeron mejoras en el sistema de suministro de agua, de las plantas de tratamiento de aguas residuales, la contaminación del aire y la modificación de normas de salud pública para la recolección y gestión de desechos, limpieza de calles y la higiene alimentaria. En otras ciudades como Barcelona, Atlanta y Sídney también se realizó una importante inversión en infraestructura de telecomunicaciones.

  • Uso de instalaciones más allá de lo deportivo: uno de los recintos que se construye con el único objetivo de servir a los JJOO es la Villa Olímpica, la cual sirve como alojamiento para los atletas y personal asociado. Dado que este evento pocas veces se repite en la misma ciudad o al menos en el corto plazo, es importante que en la planificación de la Villa se contemple un uso post olímpico. En el caso de los JJOO de Helsinki (1952), la Villa fue diseñada desde el principio como un barrio residencial que permitiera aumentar la oferta de vivienda posterior a los Juegos. Por su parte, la Villa Olímpica de Múnich (1972) albergó a familias de ingresos medios y bajos y a estudiantes después de la finalización del evento. Del mismo modo, la Villa de Sídney (2000) que ahora se constituye como un sector residencial consolidado, fue diseñada con un modelo de construcción eco-sensible incorporando energía solar y reciclaje de agua.

La renovación de Tokio 2020-2021

Al igual que en la edición de 1964, la capital de Japón está experimentando una nueva fase de metamorfosis urbana, esta vez focalizada en la sostenibilidad y la tecnología. Revisamos algunas de las propuestas que buscan renovar la imagen de la ciudad:

  • Renovación de la red de transporte y nuevos sistemas de movilidad: la ciudad aprovechará la ocasión de los JJOO para iniciar la modernización de algunas estaciones de su sistema de transporte público masivo. El nuevo complejo planteado para la estación Shinagawa, una de las puertas de entrada más importante de la metrópolis y la estación más concurrida de la ciudad, planea ser un centro global de conexión. El Plan Maestro tiene como objetivo transformar esta zona en un distrito comercial de importancia en la ciudad y en un punto de atracción para las empresas internacionales y para comunidades dedicadas a la innovación.

    Adicionalmente, la ciudad se comprometió a que el público no realice desplazamientos superiores a los 30 minutos entre las distintas sedes de los Juegos, por lo que algunas empresas de tecnología y de transporte han estado trabajando en establecer un sistema de vehículos sin conductores que permita el traslado de pasajeros entre las sedes. Este será un proyecto piloto para evaluar la factibilidad de implementar este tipo de sistemas de forma permanente.

Foto izquierda: Propuesta estación Shinagawa. Fuente: Lifang cortesía de Pickard Chilton. Foto derecha: Vehículos sin conductor. Fuente: Osamu Tsukimori.

  • Construcción de instalaciones olímpicas: la mayoría de las 42 sedes de los JJOO se localizan dentro de dos sectores denominados “Zona Patrimonial” (Heritage Zone) y “Zona de la Bahía de Tokio” (Tokyo Bay Zone). La primera representa el Tokio tradicional y en ella se emplazan muchas sedes que fueron utilizadas para los JJOO de 1964 (diez lugares en total). La segunda representa su contraparte innovadora, la cual incluye varias islas artificiales y es el lugar donde se han realizado las mayores transformaciones urbanas de la ciudad.

    Dos de los proyectos más emblemáticos de los JJOO son la construcción de la Villa Olímpica y del Estadio Olímpico. La primera, lugar donde se hospedan los atletas y competidores, es un área residencial de 44 hectáreas construida en un sector de la isla de Harumi, el cual cuenta con amplias zonas verdes. Las 23 nuevas torres que componen la Villa Olímpica se transformarán en apartamentos de lujo con vistas a la bahía y serán eco-sostenibles gracias a un sistema que utiliza hidrógeno como principal fuente de energía. Por su parte, el Estadio Nacional, construido como la pieza central de los Juegos de 1964, fue demolido en 2015 y reconstruido para acomodar una mayor capacidad para estos JJOO. La capacidad oficial es de 68.000 puestos, pero puede expandirse a más de 80.000 con la adición de asientos temporales en la parte superior de la pista.

Foto izquierda: Estadio Olímpico. Fuente: Comité Olímpico Internacional. Foto derecha: Villa Olímpica. Fuente: AFP / The Yomiuri Shimbun.

  • Construcción de rascacielos y nuevos hoteles: en el año 2017 muchos medios reportaron que Tokio planeaba construir aproximadamente 45 rascacielos, lo cual significaría un aumento del 50% de los edificios de este tipo con respecto a los últimos tres años. Aunque de muchos de ellos no se lleva un registro sobre su estado de avance, algunos proyectos en construcción generan expectativas sobre la modernización de la ciudad. Uno de los más esperados es el complejo de torres en el área de Toranomon Hills en donde se localiza el rascacielo más alto de Tokio. La firma de arquitectura holandesa OMA está diseñando una de las tres torres, la Toranomon Hills Station Tower, un complejo de gran altura de uso mixto que fusiona oficinas, hoteles y espacios comerciales, así como una nueva estación de metro.

    También están en marcha varios proyectos de hoteles, algunos de los cuales finalizaron su construcción en el último año para albergar a los asistentes a los Juegos. Entre ellos se destaca la remodelada torre de 41 pisos del Hotel Okura, que se inauguró en 2019.

Foto izquierda: Toranomon Hills Station Tower. Fuente: OMA. Foto derecha: Hotel Okura. Fuente: Japan Today.

  • Modernización de la red de servicios públicos: no todas las intervenciones urbanas asociadas a la realización de los Juegos consisten en megaproyectos o la construcción de rascacielos. Tokio se ha propuesto un cambio de imagen de una forma más sutil retirando los cables de servicios públicos aéreos de las avenidas y calles principales e instalando alrededor de 920 kilómetros de cableado subterráneo. Esto no solo aportará a la estética de la ciudad, sino que es un proyecto relevante en la gestión de los servicios entendiendo que Japón es un país sísmico y que los postes de servicios públicos tienden a colapsar en un evento sísmico de gran magnitud.

Remoción de cableado aéreo. Foto: Tepco.

  • Plan de remodelación del área de la estación de Shibuya: la importancia de este evento no solo ha impulsado la renovación de los sectores que albergan las sedes donde se realizarán las actividades, sino que ha promovido la transformación de algunas áreas clave de la ciudad. Uno de los casos más emblemáticos es la transformación de Shibuya que culminará en 2027 con la construcción de diversas torres de oficinas y departamentos.

    Shibuya es uno de los principales centros comerciales y de negocios de la ciudad. La estación de transporte que le da vida al área comenzó en 1885 como una pintoresca parada de ferrocarril suburbano y hoy día es conocida por sus gigantescas pantallas que iluminan las fachadas de los edificios, sus letreros de neón y su cruce peatonal que se ha constituido como una atracción turística internacional. El Plan Maestro contempla múltiples intervenciones que se proponen resaltar la imagen de este sector no sólo como un centro urbano de relevancia nacional sino un atractivo turístico y de negocios de carácter mundial.

Plan de Remodelación de Shibuya. Fotos: Shibuya Station.

La visión sostenible de Tokio

La renovación urbana, la modernización de la ciudad y el fortalecimiento de su imagen como “metrópolis global” no es el único objetivo que persigue Tokio al organizar los JJOO 2020-2021. Según los organizadores, el evento será un “catalizador para el cambio social” y una oportunidad para pensar cómo los JJOO desempeñan su papel en la creación de una ciudad sostenible.

El 8 de diciembre de 2014, en el marco de la 127ª sesión del Comité Olímpico Internacional realizada en Mónaco, se promulgaron las 40 recomendaciones que conforman la denominada Agenda Olímpica 2020: 20+20 recomendaciones. Entre ellas se estipula que la integración del desarrollo sostenible se ha convertido en una necesidad en todas las áreas, incluido el deporte, y que se requiere una actitud más proactiva para incorporar la sostenibilidad en todos los aspectos relacionados con la organización de los Juegos Olímpicos.

Tokio se ha planteado el desafío de ser los JJOO más sostenibles de la historia, por lo que han implementado diversas iniciativas que no solo apuntan a generar productos más sustentables y optimizar la gestión de los recursos, sino a establecer una nueva visión en el desarrollo futuro de la ciudad. Dos de los ejes principales que enmarcan la organización del evento son la utilización de elementos reciclables y la adopción de energía inteligente.

Elementos reciclables

Una de las iniciativas más innovadoras en este aspecto es la producción de las medallas olímpicas utilizando metales reciclados de los teléfonos móviles y otros dispositivos electrónicos en desuso que donaron los ciudadanos japoneses.

Foto: Comité Olímpico Internacional.

Olympic medals Tokyo

Adicionalmente, los podios de las ceremonias serán de plástico reciclado proveniente de botellas donadas por el público y recuperadas de los océanos y playas. Estos podios serán reciclados posteriormente para transformarlos en envases de productos de la empresa P&G, implementando un buen ejemplo de economía circular.

Otra iniciativa ampliamente comentada es la creación de la antorcha olímpica, uno de los emblemas más destacados de este evento. En esta ocasión la antorcha se fabricó con desechos de aluminio provenientes de viviendas temporales que se construyeron después del Gran Terremoto de Japón de 2011. Así mismo, la Plaza de la Villa Olímpica está fabricada con madera japonesa donada por las autoridades locales de todo el país. Después de los Juegos será desmantelada y devuelta a la comunidad para ser reutilizada como bancos o en edificios escolares.

Energía inteligente

En el marco de la celebración de los JJOO, Tokio se propuso incorporar distintas tecnologías en la gestión de la energía, utilizar sistemas de transporte no contaminantes y convertirse en una ciudad de cero emisiones.

Foto: Toyota Motor Corporation.

Adicionalmente, la Villa Olímpica se convertirá en un distrito inteligente totalmente impulsado por hidrógeno después de los Juegos. Tanto las autoridades de la ciudad como el Comité Organizador de los JJOO esperan que el evento contribuya a impulsar el combustible ecológico como una nueva opción energética. Además del uso de hidrógeno, casi todas las instalaciones de la ciudad utilizarán luces LED para reducir el consumo de energía.

El legado olímpico

Los JJOO son un estímulo importante para las ciudades anfitrionas ya que tienen un efecto relevante en la industria de la construcción, en la modernización y ampliación de infraestructuras de transporte y servicios y, sobre todo, contribuyen a establecer una imagen global de la ciudad que puede fomentar la inversión extranjera y el turismo a largo plazo. Sin embargo, en muchas ciudades los efectos de los Juegos no han sido tan positivos como se esperaban. Algunos de los desafíos derivados del “legado olímpico” tienen relación con el alto gasto público que supone el evento, el escaso funcionamiento de las instalaciones construidas posterior a los Juegos y, en algunas ocasiones, el desplazamiento de habitantes bien sea para la construcción de infraestructura y sedes o por los elevados precios del suelo que resultan de la modernización de la ciudad.

Los “elefantes blancos”

Dada la atención internacional que representa el evento para la ciudad que los organiza, estas se ven obligadas a proporcionar instalaciones deportivas a un nivel de clase mundial; pero lo que se descuida en muchas ocasiones es el uso posterior o la reutilización de estas sedes en el contexto urbano local. Mantener las instalaciones con los estándares mundiales en el período posterior a los Juegos puede continuar dando a la ciudad un perfil internacional y atraer a atletas de alto rendimiento para su entrenamiento continuo, no obstante, el uso de las instalaciones olímpicas debe reevaluarse en función de las necesidades de sus residentes y del gasto público que representan.

Las instalaciones especializadas como velódromos, pistas de patinaje de velocidad, algunos juegos de invierno, entre otros, son ejemplos de estructuras que tienen poca demanda en algunas de las ciudades anfitrionas. Dado el costo que implica su construcción, el uso posterior de ellas es un problema importante para estas ciudades. Algunas han optado por alquilar las instalaciones para usos deportivos y no deportivos, no obstante, si no generan ingresos constantes es probable que entren en desuso. Este es el caso del Parque Olímpico de Río de Janeiro (2016) y de muchas otras instalaciones que se construyeron para esa edición y que actualmente se encuentran vacías. Al no generar ingresos los costos de mantenimiento han recaído sobre el gobierno federal, el cual no ha podido sostener el gasto. En este caso particular, tampoco se ejecutó el plan inicial para readaptar los estadios temporales repartidos por la ciudad y convertirlos en escuelas. Si el propósito de los JJOO era mejorar la imagen de Río de Janeiro en el mundo, el evento parece haber logrado todo lo contrario, dejando una crisis económica al gobierno federal.

El Estadio Acuático de los JJOO de Río de Janeiro se encuentra en un notable estado de deterioro. Foto: Pilar Olivares/Reuters.

¿Se justifica la inversión?

El aspecto económico suele ser un punto de tensión en la candidatura de las ciudades para albergar los JJOO, así como en su posterior evaluación. En algunos casos el balance económico suele ser positivo (Barcelona 1992) pero, en otros, las ciudades enfrentan el desafío de justificar la alta inversión pública en un evento que no parece rendir frutos a largo plazo en la misma proporción. Por ejemplo, en Londres (2012) la inversión se triplicó, pasando de 6.500 a 19.000 millones de dólares. Río de Janeiro (2016) ha transitado por una crisis económica desde la preparación de los JJOO hasta hoy día dado que los costos fueron más elevados de los inicialmente presupuestados, aunado a informes de sobornos y corrupción relacionados con la construcción de algunas instalaciones

¿Quiénes se benefician más?

Uno de los efectos que suele ser bastante ignorado en la evaluación post olímpica es el impacto que tiene la preparación y ejecución de los Juegos en los residentes de la ciudad. En muchas ocasiones la construcción de las instalaciones ha supuesto el desplazamiento de personas de más bajos recursos, bien sea porque se requiere expropiar el terreno donde se emplazarán las sedes o por el posterior proceso de gentrificación que ocurre dada la revalorización del sector.

Un ejemplo de cómo el legado de los JJOO puede impactar de forma positiva o negativa a los residentes es el destino que se otorgue a la Villa Olímpica. Dado que estas viviendas deben construirse con altos estándares para sus ocupantes por las presiones que ejerce el Comité Olímpico Internacional, su inversión es elevada, por lo que en muchas ocasiones los organizadores realizan una preventa a altos valores de mercado para pagar los costos de construcción. El uso posterior queda entonces relegado a personas de mayores ingresos en vez de proveer viviendas para personas de bajos recursos como una forma de retribución de los Juegos a la ciudad. Esto plantea entonces la interrogante sobre quiénes se benefician en mayor proporción por albergar los JJOO y esta es una de las razones por la que muchos prefieren que los escasos recursos públicos con los que cuenta una ciudad se destinen a programas para personas más vulnerables o a inversiones prioritarias en vez de apoyar el gasto destinado al marketing del evento.

¿Qué esperar de Tokio 2020-2021?

Dado el contexto mundial producto de la pandemia, Japón enfrenta un gran desafío para sostener la ejecución de los Juegos Olímpicos. Con los casos de Covid-19 aumentando en el país y las restricciones que ha impuesto el gobierno en las últimas semanas, Tokio transita por un panorama incierto que tiene a muchas personas especulando sobre el éxito o fracaso de esta edición. Algunas encuestas reflejan que más del 80% de los japoneses encuestados considera que los JJOO no deberían celebrarse, mientras que las autoridades olímpicas se han mantenido firmes en que el evento continuará su planificación, la cual fue postergada durante el 2020.

Lo cierto es que más allá de las restricciones presupuestarias y el sobrecosto que representa el aplazamiento de los Juegos y la adopción de medidas sanitarias, Tokio se enfrenta, además, al legado que dejarán estos Juegos en comparación al éxito que tuvo la edición de 1964. En la candidatura presentada para adjudicarse la edición 2020, los organizadores presentaron la visión de los “Juegos Olímpicos de la recuperación” alegando que esta sería una oportunidad para impulsar una renovación tras los daños causados por el Gran Terremoto de 2011, el posterior tsunami y el accidente en la central nuclear de Fukushima. En la estrategia urbana se planteó el desarrollo Tokio como un modelo para el mundo, lo cual incluía el reacondicionamiento sísmico de edificios, la creación de vías de emergencia, el establecimiento de Unidades Vecinales de Gestión de Desastres, el acondicionamiento de 1.000 hectáreas de vegetación y la plantación de 50.000 árboles a lo largo de las vías de emergencia. No obstante, con los desafíos presupuestarios que enfrenta la ciudad se ha hecho complejo mantener la visión optimista planteada durante la candidatura.

«Tras el terremoto y el tsunami de 2011, la candidatura ilustra el poder del deporte y el Movimiento Olímpico para generar esperanza, motivar e inspirar a las personas y a las naciones a unirse, superar las dificultades y seguir adelante por un futuro positivo».

Candidatura para los Juegos Olímpicos. Tokio.

No es la primera vez que Tokio se enfrenta a severas restricciones financieras para la organización de un evento de esta magnitud. Para la edición de 1964 el país se encontraba en el período temprano de la posguerra y, aunque los Juegos fueron considerados un éxito para el contexto mundial del momento, se evidenciaron algunos efectos urbanos a largo plazo. Por ejemplo, no se previó la compra de terrenos para la provisión de parques y espacios públicos y, ante la necesidad de generar recursos para la construcción de las instalaciones, el gobierno impulsó continuos cambios en el sistema de planificación y en las regulaciones de construcción. Lo anterior, aunado a la creciente presión por el desarrollo y a un crecimiento urbano sin precedentes, permitieron la construcción de edificios cada vez más altos y aumentaron la escasez de terrenos y la demanda de más residencias y oficinas. En esta ocasión, pareciera que Tokio transita por una situación similar y algunas voces alegan que la mayoría de las inversiones apuntan a una revitalización de la ciudad para las clases altas y para atraer capital extranjero que no necesariamente rendirá frutos para los residentes locales. 


Foto de portada: Elaboración propia.

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